En el altar mayor, se alza majestuosa la imagen de Santa María de Roncesvalles. Se trata de una talla de madera de cedro, sedente sobre la tradicional arqueta, que está adornada en su parte posterior por relieves que representan a San Miguel, San Pedro y San Pablo. La imagen, que va revestida enteramente de plata, a excepción de las manos y de los rostros, sostiene al niño con la mano izquierda. Realizada en Toulouse a mediados del S.XIV, sustituye a la imagen románica que presidió el templo edificado por el Obispo de Pamplona, Sancho de Larrosa. Esta Virgen, que despierta gran devoción entre los peregrinos de la Ruta Jacobea y entre los habitantes de la montaña navarra, es venerada cada año por miles de creyentes. En las romerías, que se suceden con la llegada de la primavera, los vecinos de los valles próximos acuden al santuario en romerías festivas y penitentes, que constituyen la mejor manifestación de fe y recogimiento. El desfile es todo un ritual encabezado por las cruces parroquiales. A continuación, le siguen dos filas de entunicados que portan las cruces sobre sus espaldas y otras dos filas de mujeres que, descalzas, atraviesan los municipios rezando antiguas preces. Las corporaciones municipales que acompañan a las comitivas van ataviadas con sus correspondientes trajes de gala. Cuando llegan a la Colegiata, depositan sus varas de mando sobre el altar en señal de ofrenda a la Virgen. Tras cantar la Salve Regina, se celebra una misa y posteriormente una comida de hermandad entre los asistentes
El Tercio de Roncesvalles, que era uno de los últimos formados, y que se componía en su mayor parte, de hombres ya maduritos y de jóvenes imberbes. Inicialmente -marzo de 1937- Había sido destinado a cubrir la frontera con Francia, pero después, tanto insistieron sus componentes en ir al frente, pues no querían que les llamasen emboscados, aparecieron entre sus GLORIOSOS hermanos de las Brigadas Navarras dispuestos a comerse medio mundo. Venían provistos de esos abrigos, cortas como chaquetones o pellizas caquis, que un día fueron reglamentarias en el Ejercito, y enseguida se les llamo por los demás Requetés "El Tercio de los Tabardos". Otros, peor intencionados, aludiendo a sus servicios pacíficos y reposados de fronteras, les llamaban "Tercios pies planos" , pero ellos cumplieron como buenos combatientes y auténticos BOINAS ROJAS por la Tradición, la Patria y el Rey..
Durante las Operaciones del frente de Vizcaya, llegó la Orden de que se retiraran del frente los combatientes menores de 18 años y los mayores de 40, Aunque muchos burlaron esta Orden y continuaron en sus Unidades, pero el Tercio de Roncesvalles tuvo que volver a sus antiguos e importantes cometidos.
Estando el Tercio Navarra en Boadilla del Monte las bajas han sido cubiertas con Requetés de la Compañía de Nuestra señora de Roncesvalles y de la Compañía de Requetés del Batallón de Montaña Sicilia nº8......
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