Del Libro de D. Antonio Lizarza Iribarren "Memorias de la Conspiración 1931-1936"; Editorial Gómez de Pamplona,1954
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La Organización de los Requetés nació de las Decurias, organizadas el principio de la Republica. Posteriormente, a mediados de 1933, fueron transformados en Patrullas, sin que se crease unidad alguna superior.
Hacia mayo de 1934 y con ocasión de una visita del Capitán Tuero, se llegó a encuadrar dichas patrullas en grupos. Gran afán mío (Nos cuenta Lizarza) fue ir creando Unidades Superiores, que sirvieran de enlace y encuadramiento a las pequeñas que hasta entonces exitian.
Al fin, conseguí que viniera a Navarra el Comandante D. Luís Villanova Rattazi , que con el tiempo había de mandar el heroico Tercio de Navarra y morir a su frente en Asturias, finando ya la campaña del norte.
Villanova a base de los grupos existentes en Pamplona, organizó los TRES PRIMEROS PIQUETES de la Capital, dos de ellos efectivos. mandados respectivamente por Jaime del Burgo y Mario Ozcoidi; el tercero quedó por entonces sobre el papel. Aún se dió un paso más y se constituyó el primer Requeté de Pamplona, cuyo mando se dió a D. Silvano Cervantes.
Llevada a cavo está conjunción se hicieron maniobras en las proximidades de Pamplona (Mercaláin) con los efectivos del Primer Requeté, bajo la directa inspección del Comandante Villanova, y se realizaron, a pesar de que enterada la Jefatura de Asalto de nuestros propósitos, hizo un gran despliegue de fuerzas por el Monte de San Cristóbal.
La presencia en Navarra de Tuero y Villanova y después la definitiva de Utrilla, constituyó para los requetés en general un motivo de satisfacción interna y una seguridad absoluta de que había comenzado de verdad la época tan ansiada por todos de imprimir carácter militar a las Unidades encuadradas.
Maniobras en la Sierra de Urbasa . Revista de una de las Unidades Recién Uniformada.
El principal y más difícil problema a resolver, que me incumbía era conseguir, traer y repartir armas a los Requetés. Era muy difícil y expuesto. Pero un ejercito sin armas poco valía . Y al Requeté le aguardaban - estábamos seguros- duras jornadas. La Dirección Nacional de la Comunión corrió con los gastos de las compras . Sería injusto olvidar la generosidad de D. Joaquín Baleztena y D. Miguel Maria Zozaya, crear los depósitos y repartirlas.
En Bélgica se fletó por mediación de D. José Luís Oriol, un barco con 6.000 fusiles, 150 ametralladoras pesadas, 300 ligeras. 5.000.000 de cartuchos y 10.000 bombas de mano, Sólo se recibieron las ametralladoras, el resto fue decomisado en el puerto antes de que zarpase. Aunque por intervención cerca de los Reyes de Bélgica se levantó el embargo, pero ya no llegaron a tiempo.
Conseguí del representante de la casa Mausser 1.000 pistolas con culata de fusil, con su munición correspondiente, que nos fueron entregadas en la frontera francesa y desde allí transportadas a Pamplona, donde estuvieron algún tiempo escondidas. Parte de esas armas su depositaron en una huerta del barrio de capuchinos, dentro de una gran cesta, que colgaba de un pozo seco. Me ayudaron en esta tarea José Mendioroz, Feliciano Echavarri y el Jefe del Barrio y de la Magdalena, Antonio Martínez. La subida llegada de guardias de asalto enviada por casares Quiroga, al mando personal del Director de Seguridad señor Alonso Mallol, a fines de Junio, para buscar los temidos depósitos de armas, me obligaron a tomar una difícil decisión. Rápidamente con mi coche, recogí estas armas, y resolvi llevarlas al deposito más seguro de Elcano, Capuchinos tenía demasiado bien ganada fama de Carlista. Para ir de capuchinos a Elcano tenía que pasar el férreo control de los Guardias de Asalto en el cruce de Villaba. Con mi mayor serenidad, llegué a control de Villaba con aparente naturalidad, me interese por las razones del control. tal confianza debí despertar, que al preguntarme a donde me dirigía y decirles que a Ibiricu me rogaron llevase hasta allí a una pareja que debía continuar el servicio carretera alante. ¡Con Mil amores! ya que eran mi mayor garantía. Los dejé en Ibiricu y llegué con toda felicidad a Elcano .
Los instructores del Requeté de Pamplona se desplazan a los pueblos para fomentar la organización (Zufia 19-V-1935).
Elcano. Cientos de pistolas fueron compradas en Saint. Etienne de Baigorri y otros puntos fronterizos , y pasados de contrabando por enlaces que tenía establecidos en e País Vasco-Francés y frontera de Navarra. Una partida de armas fué introducida por los montes de Zugarramurdi. De allí las recogí en mi coche. Cuando ya arrancaba hacía Pamplona, me paró una pareja de carabineros. Fueron unos momentos de mortal angustia. Los carabineros solo me pedían..... que les llevase a Elizondo.
Otra gran partida de armas cortas, fué traída de varios caseríos franceses por Martín Oyaregui, de Lanz. El mismo Oyaregui y sus acompañantes las llevaron hasta Oricaín, a casa de los señores Idoate, a quienes nunca se podrá agradecer bastante sus esfuerzos en aquellos tiempos. Estas armas fueron llevadas en cubas de vino en in camión de Idoate, hasta el deposito de Elcano, después de pasar el control de Villaba recuerdo que acompañe con mi coche está expedición. También por el monte Bértiz, el señor Aizpuru, de Mugaire, trajo un importante alijo de armas, que llevó hasta el alto de Velate, donde las recogí y llevé hasta Oricaín. Estas armas también metidas en barricas de vino vacias fueron llevadas a Madrid, de donde vinieron a buscarlas con la contraseña de un escudo de España partido en dos, que casaba con la otra mitad que yo había dejado en Oricaín. También se trajeron armas por el monte Aézcoa, hasta Nagore, de donde las llevé a Lumbier y Sangüesa.
El buen amigo D. Agustín Tellería que meses más tarde sería compañero de prisión en Madrid durante la dominación de las hordas rojas, consiguió una importante cantidad de armas en Eibar. Fue una inolvidable jugada. Las armas consignadas para su envío a Bélgica y con este fin se sacó la documentación y permisos correspondientes. Por los mismos días fue comprada también en Eibar una gran patida de ferretería con destino a Pamplona. Lo demás fue muy sencillo; se cambiaron las etiquetas de envío, y la ferretería salió para Bilbao con destino a Bélgica, y las armas para Navarra.
Unidad de Requetés en la Plaza de Toros de Corella 1935.
Eran armas largas y cortas, 17 cajas, y fueron transportadas en el camión del correligionario de Arbizu. D. Lucas Larraza, acompañado por los buenos amigos José Luís Los Arcos y Benedicto Barandalla. Este cargamento fue pasado por el Alto de Descarga, Zumarraga, Ataún, Lizarrusti, hasta el deposito de Marcaláin. Los escoltó mi coche y todo salió conforme a nuestros deseos. ¡Que alegría la nuestra cuando ya las armas estaban en lugar seguro!
Adquirí una una partida de 1.000 pistolas en Hendaya, que fueron cargadas en una Falucha, cerca de San Juan de Luz, e introducidas en España por Pasajes, de donde las trajo en mi coche D. Benito Fernández Lerga. Parte de este cargamento, fué llevado a Vitoria y parte a Echauri a casa del señor Ezcurra.
Otra partida de armas fueron llevadas hasta Aibar y dejadas en poder de un buen correligionario en un corral que poseía a las afueras de la villa. Pistolas del 7,65 se llevaron en marzo de 1936 a Berminzana para D. Félix Blasco Hualde, organizador del segundo requeté de la zona de Tafalla (Que sería con el tiempo la 3ª Compañía del Bravo Tercio de Lacar). A Corella, 200 pistolas del 9 en febrero del 36, Otras a Cascante, Oteiza, etc.
A Mañeru, Cirauqui, Medigorria y Larraga repartí las pistolas del depósito de Cizur Mayor, instalado en la casa de los señores de Larraya, y también se llevaron algunos Maussers con culata de Pamplona.
Las gentes de Navarra con el Corazón Carlista en la Plaza de Toros de Corella junto a sus requetés.
Para los pueblos de la Merindad de Tudela, principalmente de los depósitos de Cintruénigo y Cascante . No he de olvidar aún el día que hice el reparto de pistolas por Cárcar, Andosilla, Murillo, el Cuende y Murillo el Fruto, por las precauciones que hubieron de tomarse en este último pueblo. Llegué al Circulo de Murillo el Fruto sobre las once de la noche. Rápidamente se congregaron todos los nuestros, muy alegres y contentos de poseer las pistolas con que poderse defender del cada día más provocador Frente Popular.
Tan súbita reunión despertó la curiosidad de los elementos izquierdistas que se reunieron en grupos amenazadores alrededor del Círculo. Temerosos los Boinas Rojas de Murillo de algún atentado, uno se aportaron en lugares estratégicos, mientras el resto me acompañaba hasta las afueras del pueblo.
Y así, cientos de casos....¡Cuántos viajes no se hicieron por entonces! Exponiéndonos en cada uno de ellos, y a pesar de que estuvimos en situaciones bien comprometidas, siempre salimos adelante con la ayuda de DIOS.
Cada pueblo de Navarra tiene su pequeña historia en este asunto de las armas. Cada uno su peripecia, su peligro. A muchos se llegó, a otros no fué posible. Había más brazos que armas.
Magnifica Foto de la concentración de Requetés en la Plaza de Toros de Corella en 1935.
El volumen de nuestra organización aumentaba día a día, los mitines y concentraciones se sucedían, surgían Unidades de Requetés en los pueblos más apartados y pequeños de Navarra.
El Gobierno tomó cartas en el asunto, ante las reiteradas denuncias de la prensa izquierdista, con razón alarmada de nuestro crecimiento.
En vista que el Coronel Varela "Don Pepe", Jefe nacional Militar de la Organización, no podía moverse con la libertad necesaria, se nombró Inspector Nacional de Requetés al Teniente Coronel D. Ricardo de Rada, que desde su nombramiento no cesó un solo momento de recorrer todo el ámbito nacional, dando con su presencia y actuación ánimos a los que aún dudaban y empuje a los decididos; arrastro muchos peligros en sus viajes, y sobre todo con sus ordenes escritas que circularon por todas las delegaciones de Requetés.
OFRENDA DEL REQUETÉ NAVARRO A SANTA MARIA LA REAL (1938)
En presencia del Obispo D. Marcelino Olaechea sentado ante la venerada Imagen de Nuestra señora de Santa María La Real Patrona de Navarra D. Antonio Lizarza Iribarren, avanzó desde si sitio acompañado por los señores Ezcurra y Rodríguez Cueto y haciendo entrega al Sr. Obispo de las Joyas, leyó el siguiente mensaje:
¡Señora! ¡Madre querida, Santa María la Real! A vuestros Reales Pies llegamos henchidos de emoción, en la que se mezclan la gratitud más profunda, el amor más férvido y la esperanza más firme, con una inquietud atormentadora. Somos los Requetés Carlistas. Los herederos de la Fe robusta de nuestros padres. Los continuadores del heroísmo sublime y de la lealtad inquebrantable de nuestros viejos cruzados. Llegamos después de haber dejado en el campo millares de compañeros muertos en defensa de los santos ideales que hicieron grande y católica a España y Navarra. Miradnos, Señora nuestra. Entre nosotros, los hay que ya pródigamente derramaron su sangre en aras de la Religión y de la Patria. Vienen otros cubiertos con el polvo y el barro de las más cruentas batallas. Sabemos también de los rigores de las prisiones bajo el dominio de la horda. Postrados a Vuestros Reales pies, más que nunca pensamos en los compañeros muertos, y en los que vivos aún, siguen luchando con heroísmo que asombra al mundo. En nombre de todos, Señora, y en el de todas las Madres Carlistas que generosamente dieron sus hijos y con sus hijos lo dieron todo, yo os ofrezco esta joya, regalo de una madre católica . Es lo que más amaba en el mundo, porque es el recuerdo de su hijo muerto en la gran Cruzada. Recibidlo Señora, de mis manos en nombre de ella, en nombre de millares de madres Carlistas y en nombre de los Tercios de Requetés aquí representados. Una suplica, Señora y Madre mía y de todos ellos. Suplica que el grito emocionado de todos los corazones españoles, carlistas y navarros: Para los que gloriosamente sucumbieron, que forme todos y cuanto antes en la guardia eterna de Boinas Rojas, triunfantes en los Cielos. Para los que aún quedamos, la firmeza indoblegable en la defensa del bendito trilema de nuestra inmaculada bandera. Todo ellos para la Gloria de Dios, para la grandeza católica de España y para el triunfo total y definitivo de los Santos ideales de la Comunión Tradicionalista. ¡Señora, Santa María La Real de Pamplona! A vuestros Reales Pies, los Requetés de Navarra y de España entera.
Presidencia del Homenaje en honor a D. Antonio Lizarza Iribarren después del Cautiverio en distintas Checas de Madrid
Del libro "Navarra en Guerra" de Iñigo Pérez de Rada; Ediciones Museo Tabar
Comenzó el movimiento Carlista a actuar desde el primer momento de proclamarse la República aunque nunca antes cesase su actividad, mediante la creación de "decurias" cuya misión primordial era la de custodiar los Círculos Carlistas, Iglesias, Conventos e instalaciones del diario carlista "El Pensamiento Navarro". ....La implantación del Requeté en 1934, verdadera milicia carlista, que disimularía sus actividades bajo la pacifica fachada de organización dedicada a la gestión de eventos deportivos y excursiones montañeras. Fueron sus impulsores en Navarra Manuel Fal Conde, Secretario General de la Comunión Tradicionalista, Ricardo de Rada, Inspector Nacional de Requetés, Antonio de Lizarza, Delegado Nacional de Requetés de Navarra y Alejandro Utrilla, Inspector Jefe Militar de los Requetés de Navarra.
El banderín (Museo Tabar de Navarra) es el que tienen los Requetés de la Foto superior y en su historial cuenta con ser una de los primeras enseñas en salir a la calle aquel día domingo 19 de Julio de 1936 a la Plaza del Castillo, alrededor de la cual se concentraron los primeros milicianos voluntarios navarros dispuestos a partir de inmediato al frente de guerra para defender sus ideales condensados en la ya en aquel entonces centenario lema Carlista y grito de guerra en boca y alma "DIOS, PATRIA Y REY". (banderín para bayoneta de seda).
ESTRUCTURA DEL REQUETÉ
Patrullas = 5 Boinas Rojas.
Grupos = 3 Patrullas.
Piquete = 3 Grupos.
Requeté = 3 Piquetes.
Tercio = 3 Requetés.
El Requeté sería el GERMEN de los futuros Tercios de Requetés, creados en el
mismo momento de comenzar la guerra civil, que asombraron al mundo por su
bravura, abnegación y arrojo durante los casi mil días de guerra. Cada uno de
los Tercios creados a partir del 19 de julio abandonaría la peculiar estructura
antes mencionada, que solo fue efectiva durante el periodo republicano, para
convertirse en Unidades de Combate tipo Batallón de Infantería, mandadas por un
Comandante, constando normalmente por cuatro Compañías de Fusiles y una de
ametralladoras al frente de las cuales se encontraba un Capitán.