"Con la misma sagrada invocación en los labios, cuantos otros han entregado el alma a Dios mártires incruentos en los Hospitales, en la emigración, en las cárceles, en la miseria, matados, aún más que por el hambre, por las humillaciones, y todo por no faltar a la FE jurada, por ser fieles al honor, por no doblar la rodilla ante la usurpación triunfante.
"Con este objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que desde el principio del siglo XIX han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey en los campos de batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarla el 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de mi abuelo Carlos V."
S.M.C. D. Carlos VII,Carta al Marqués de Cerralbo. Venecia, 5 de noviembre de 1895
Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo
acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patria
redimieron.
Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento
que empeñaron.
Por eso como valientes lucharon,
por eso como mártires
murieron.
Inmolarse por Dios fue su destino,
salvar a España su pasión
eterna,
servir al Rey su vocación y sino.
¡No supieron querer a otra Bandera!
¡No supieron andar otro
camino!
¡No supieron morir de otra manera!