TERCIO DE LÁCAR

Portada de la Iglesia de SANTA ENGRACIA de LÁCAR (Navarra)

 

Concejo: Lacar / Valle y Ayuntamiento de Yerri

Merindad: Estella / Comarca: Yerri-Guesalaz

Reino de Navarra

La implantación en España de la monarquía de Amadeo de Saboya, provocó nuevos intentos de revuelta carlista que se iniciaron el 8 de abril de 1872 en el país vasco-navarro y Cataluña. Así, se inicia la Tercera etapa en la que S.A.R. D. Carlos VII y su hermano S.A.R. D. Alfonso Carlos intentaron imponer al nuevo rey sus Legítimos derechos al trono con un alzamiento en Cataluña que se extendió al resto de España. En el mes de mayo de este mismo año, se produjo el enfrentamiento entre el ejército real y el carlista y D. Carlos tuvo que marcharse fuera de España. El Convenio de Amorebieta restituye la paz momentáneamente ya que durante el verano de 1872 se incrementaron las actividades carlistas, llegando a conquistar Portugalete en 1873 y, a finales de enero del año siguiente, intentara apoderarse de Bilbao cuyo asedio duró más de 120 días hasta que el general Concha consiguió levantar el sitio el día 2 de mayo de 1874.

Finalmente, al producirse la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII, el propio rey tomó el mando de los ejércitos realistas y marchó hacia el norte con el propósito de dar fin a la contienda. Después de la derrota de Lácar (Navarra) el 3 de Febrero de 1875 donde casi fue hecho prisionero, el 28 de febrero de 1876, las fuerzas alfonsinas conquistan Estella, capital carlista, dando fin a esta guerra y obligando al pretendiente a abandonar definitivamente España. La Victoria de LACAR fue la última victoria CARLISTA de aquella Guerra.

LOS CARLISTAS SUBEN AL MONTE

Y LOS "GUIRIS" SE ECHAN ATRÁS.

Así escribió José Peña Ibáñez la Batalla de "lácar"

Las cuatro columnas Carlistas estaban dispuestas con propósitos de acometer con furor a la vanguardia liberal que mandaba el General Primo de Rivera en Lácar y Lorca. Del mismo modo y con el mismo  colosal estruendo que si una montaña se derrumbase, cayó sobre la brigada Bergés, el empuje de unos combatientes frenéticos; fue un rumor lejano; después un retumbar, y por último un ciclón, cuyas violentísimas ráfagas derribaron en un santiamén las resistencias alfonsinas. Los 12 batallones de D. Carlos mandados por Mediry, corrían hacia Lácar con alocado empeño, leones y no hombres semejaban, lanzándose sobre el campo liberal con desnuedo desconocido, soldados y pertrechos quedaron por las heredades y por los caminos. Cundió el pánico  en los batallones de D. Alfonso y el desconcierto trocóse en ligera fuga, que por momentos acrecentaba el temor colectivo; era brioso el acuchillar de los CARLISTAS, cuyas masas de bermejas boinas eran, al avanzar con huracanado ímpetu, como sanguinosa inundación, siendo "LACAR" tomado a la bayoneta.

Huían los liberales en derrota, arrollados por aquellos combatientes que eran hijos de quienes contestaban: ¡A LA MUERTE!, cuando  les preguntaban al atacar a Bilbao en la guerra de cabrera y Zumalacárregui . ¡Adonde vais, bárbaros navarros!. Media hora bastó. Sembrada de muertos aparecía la campiña, lúgubre y desolada en las postreras horas, Millares de bajas y de fusiles, tres piezas de artillería y enorme botín quedó en manos de las tropas de D. Carlos. Como al mismo tiempo el General Carlista atacó desde Estella a Villatuerta, viose D. Alfonso a punto de ser Copado, teniendo que huir a Oteiza.

Cada año en la Villa de Lacar se recuerda la Gesta de las Tropas de los Requetés Voluntarios de D. Carlos VII

 

 


¡LA HISTORIA SE REPITE!

Los voluntarios del Tercio de Lacar en los primeros días de su lucha contra el Marxismo en la Columna del Coronel Beorlegui. Los Requetés de paisano y con un fusil y cuatro cartuchos en la cartuchera, sin duda, La mejor Unidad de Infantería tipo Batallón del Ejercito Nacional. ¡Lo mejor de lo mejor!

 

ARTAJONA.
Basílica de la Virgen de Jerusalén.
 

En la calle central del retablo mayor de la Basílica de Nuestra Señora de Jerusalén de Artajona se abre un nicho oval, ricamente enmarcado por guirnaldas de flores con cintas y bajo dosel de aparatosas cortinas que recogen dos ángeles. Este es el trono de la pequeña imagen de Nuestra Señora de Jerusalén, obra excepcional del románico tardío de comienzos del siglo XIII, aunque con avances hacia el Gótico, que puede equipararse a la Virgen de los Husillos de Palencia o la Virgen de la Vega de Salamanca. Procedente de talleres lemosinos, está realizada en cobre dorado y se decora con esmaltes tipo «champlevé», particularmente el trono y el basamento. La Virgen responde a la iconografía de «sedes sapientiae» y está sentada en un trono con el Niño Jesús bendiciendo y portando libro abierto, que aparece sobre su rodilla izquierda, aunque tal desvío no logra romper la frontalizada composición. Ambas figuras, de estilizado canon, visten complejas indumentarias ceñidas al cuerpo con pliegues curvos, no simétricos.

La Virgen es una imagen relicario que guarda en su interior tierra del Santo Sepulcro de Jerusalén y junto a ella se conserva el pergamino apócrifo que sirve de auténtica. Según una teoría, esta imagen pudo llegar a Artajona en el siglo XVI.

 

LA ENTRADA EN SAN SEBASTIÁN (LOS 40 DE ARTAJONA)

Los Requetés de Artajona se presentaron en Pamplona con el Estandarte de la Virgen de Jerusalén como guión para formar la 3ª Compañía del Tercio de Lacar.

Los 40 de Artajona en San Sebastián

Está clarísimo que que las primeras fuerzas que entraron en San Sebastián fueron los requetés de la 3ª Compañía de Lacar que eran en su mayoría de Artajona, pero también de Mendigorria y Larraga, ya que está Compañía  se formó con requetés de estos tres pueblos navarros y era muy conocida por "Los 40 de Artajona".

Según Carmelo Revilla Cebrecos, ...de un libro sobre la vida del General Mola: "Las doce; van entrando por la calle de Miracruz los Requetés de Artajona, a cuyo mando viene el Capitán Ureta (Ignacio Ureta Zabala). No pueden avanzar apenas, porque su paso es cortado por el jubilo popular. Salen las gentes de las casas. ¿cuantos eran los que entraban? ¿Treinta? ¿Cuarenta? Probablemente ni a ese número llegaban. Venían destrozados por el cansancio de la guerra, por la marcha realizada y por lo apretujones de los abrazos de la multitud..... A las doce y media , la bandera roja y gualda era izada en la Diputación.

Relato Detallado

Las doce menos diez. Las doce menos cinco. Las doce. Van entrando por la calle de Miracruz los Requetés de Artajona, a cuyo mando viene el Capitán Ureta. No pueden avanzar apenas porque su paso es cortado por el júbilo popular. salen las gentes de sus casas. Los escondidos, los temerosos de la barbarie roja, salen brazo en alto, llorando de emoción y de alegría. Los hombres, las mujeres y los niños apretujan, abrazan y besan a los requetés navarros, enronqueciendo todos de gritar sus entusiasmos.

Son las doce y cinco. Por la calle de Churruca, en dirección a la Diputación, pasan con andar lento cinco o seis milicianos, armados de fusiles, ametralladoras y cascos de acero. En aquel instante es arriada la bandera separatista del parlamento de la provincia... Los requetés acaban de entrar, están cruzando el puente de Santa Catalina. En se instante tiene lugar la última fuga. Los dirigentes nacionalistas que habían quedado aún en el Palacio de la Diputación bajan presurosos las escaleras y toman los cuatro o cinco coches que desde la primera hora de la mañana se hallan esperando. Jadean los motores, acelerados con la prisa del instante. Por la calle de Andía, disparados a una velocidad fantástica, corren hacia el antiguo antes de que cierren la carretera de Bilbao. Los cinco o seis milicianos que avanzan tranquilos por la calle de Churruca van avanzando al paso de un modo progresivo hasta convertirlo en carrera desesperada. Corren perseguidos por los gritos jubilosos, por los vivas a España, por el entusiasmo, que avanza arrollador, ahogando, ya para siempre, todos los gritos antiespañoles.

¿Cuantos eran los que entraban?... ¿Treinta?... ¿Cuarenta?.... Probablemente menos no ese número llegaban. Venían destrozados por el cansancio de la guerra, por la marcha realizada y por los apretujones de los abrazos de la multitud. Sus ropas estaban sucias del monte, rota de trepar por las breñas. Llegaban sin afeitar, con los fusiles a rastras, casi agotados por su peso. En una carnaval hubiéramos calificado a los requetés de Artajona de comparsa de destrozones...¡Pero que emoción más sublime la de verlos! ... Era el Ejercito de España. Eran los héroes de SAN MARCIAL y de IRUN. Eran los hombres de España que salvaban a San Sebastián de su inmensa agonía.

Los de Artajona avanzaban por la Avenida, tremolando una vieja bandera bicolor, deslucida por lluvias y soles, con agujeros de balas. Uno de los Requetés, viejo y calvo, que había dejado en Navarra siete u ocho hijos para coger el fusil, deba ¡Vivas a Cristo Rey!. Otro llevaba sobre el pecho un crucifico de hueso de enorme tamaño (El Sargento del Cristo). Y había otro, el Maestro Nacional, que en todos los instantes en que la multitud detenía con sus entusiasmos el paso de la pequeña columna, se aupaba y lanzaba una soflana encendida y patriótica, hasta que el capitán Ureta, cariñosamente, le decía --Vamos calla ya charlatán...

Unas muchachas arrebataron la bandera que traían los requetés y con ella desplegada avanzaron por la calle de Churruca para seguir a la Diputación. Los balcones, atestados de gentes enfervorizada, empiezan a llenarse de autenticas banderas españolas, mientras que la llevan las muchachas es besada con emoción por la gente, arrodillándose mucha de ella para hacerlo, posiblemente sabedoras de los muchos muchachos que quedaron en los montes por defenderla con su Vida.

 A las doce y media la bandera roja y gualda era izada en la Diputación. Habló el Maestro Nacional de Artajona desde los balcones, y entonces, por primera vez, a pleno pulmón se escucharon los himnos de Oriamendi y el de la falange, mientras los brazos mostraban, magnifico, el saludo imperial.

SE HABÍA ACABADO LA PESADILLA ROJA, San Sebastián estaba recobrada para ESPAÑA.

 


¡CUANDO OIGO HABLAR DE "LÁCAR" SALUDO Y SI ESTOY DE PAISANO, ME DESCUBRO!

D. Rafael Casas de la Vega

 

 

Grande entre los grandes en FE y HEROÍSMO EN LA BATALLA, el Heroico Tercio de Lácar tomó su nombre, en conmemoración de la Gloriosa batalla que en este Pueblo Navarro se libro en la segunda Guerra Carlista, el día 3 de Febrero de 1875.

Somos los de Lácar

somos los de todo el Norte,

y también los de Teruel,

los de la Sierra de Espadán

y los del Ebro también


EL PASO DEL RÍO GUADALOPE POR CASPE (cota 201)

2ª Medalla Militar Colectiva al Tercio de Lácar, 1ª Medalla Militar a su Comandante D. Luciano García Sánchez y Medalla Militar Individual a titulo póstumo al Teniente  D. Miguel Cano Gutiérrez

 

Cota 201 vista desde el Talud del río Guadalope el día 26 de marzo de 2006 a las 13 horas (68 años después de la acción del Heroico Tercio de Lacar)

Javier Nagore Yárnoz

El día 18 de marzo el Lácar toma posiciones en la carretera Caspe-Gandesa, hasta el día 24 de marzo . La resistencia aquí se endurece. El Montejurra, que relevo en Maella al Tercio de San Miguel, de la 5ª de N avarra, patrulla por la orilla izquierda del río Guadalope. Entre los días 19 y 22 se registran escarceos de aproximación a la cota 201 fuertemente defendida por la 13ª Brigada Internacional. Se registran heridos en los fuertes tiroteos que se producen entre Comunistas y Requetés del Montejurra, las posiciones de los requetés eran batidas por las ametralladoras desde la cota 2001.

¡Rezad por nosotros, decían los jóvenes Requetés del Lacar a las muchachas de Caspe, mañana nos toca avanzar!. Efectivamente el día 26 de marzo, día glorioso para el Tercio de Lacar, el Lácar vuelve a preparar el avance y rotura de frente....Nos relata Carmelo Revilla Cebrecos (Oficial del Lacar natural de Aranda de Duero).....El Talud que formaba el río en la orilla izquierda, donde estábamos, tenía unos tres metros, deslizándose rápidamente hacía el rió, que tenía un margen de más de un metro; un caudal de unos cuatro metros de ancho, con uno de profundidad, por el lugar que pasamos, que no llegaba al metro, y seguidamente otra margen de un metro, y un talud que subía a la margen derecha , con algo menos de elevación que el que habíamos dejado. Seguidamente venía una tierra de labor, en un terreno totalmente despejado, de unos 200 metros, desde el río a las trincheras enemigas, que tenían al final de ese terreno llano, 20 metros antes de llegar a ellas una alambrada de espino doble. Al fondo des estás trincheras había una casita de labor; a su izquierda subía un mogote, que tenía la cota 201, Objetivo del Tercio ese día que tenía trincheras a media ladera y en su cúspide, con un desnivel, en relación con el llano, de unos 80 metros. (VER FOTO ACTUAL).

Pasadas las 9 y media de la mañana, en plena acción de nuestra artillería, nos deslizamos hacia el río; el primero que lo pasa es el Capitán, con agua hasta la cintura, y , como es natural, totalmente vestido, le sigue un enlace, que nunca le perdía de vista, y el tercero soy yo con mi sección. Después, hombre a hombre, el resto de la Compañía, y seguidamente la totalidad del Tercio, con el Comandante Luciano y su ayudante, Teniente Loperana.

No hicimos tanteos, pero si nos habíamos asomado al talud, viendo la situación real de las fortificaciones enemigas, ya que sólo nos encontrábamos a 200 metros. No hacían fuego; estaban bajo el que les hacia nuestra artillería y luego la aviación.

El tiempo pasaba y la tensión nerviosa era enorme; nos dábamos cuenta de la trascendencia de la operación que íbamos a hacer. Y en el momento en que la escuadrilla de aviación iniciaba la última pasada, ya estaba toda la 3ª Compañía y todo el Tercio dispuesto al asalto, como así lo hicimos, pero todo fue asomar la cabeza fuera del talud y recibir una lluvia de proyectiles de fusil y ametralladora, que nos hico prácticamente imposible salir a campo abierto. Lacar y la 3ª Compañía habían fracasado, habíamos chaqueteado por culpa de los imponderables, no por culpa del enemigo que sabia también lo que allí se jugaba.

A  pesar de ese fracaso (más para los Requetés) , la moral seguía intacta y los requetés estaban dispuestos a cumplir la orden recibida de desalojar a los comunistas invasores de la cota 201; por otra parte no hubo malos modos, pero si un estudio de la situación. El Comandante Luciano lo pone en conocimiento del mando que pronto recibe la orden de asaltar nuevamente, para lo cual habrá otra preparación artillera y de aviación similar a la anterior.

Sería aproximadamente la una del mediodía, tiempo que había  pasado para dar lugar a transmitir las órdenes a la aviación y la llegada de los aviones, ya que era fácil informar a la artillería, pues sus observatorios los tenía en la misma orilla del río. Cuando se acerca la aviación en cadena y tenían que dar tres pasadas y al final de la última es cuando el comandante Luciano tenía orden de dar el asalto requeté contra los brigadistas internacionales (voluntarios comunistas) contra (voluntarios españoles y católicos).

El Ayudante del Comandante Teniente Valeriano Loperana Redín, subió al talud momentos antes de iniciar la última pasada, y como ya la 3ª Compañía como  el resto del Tercio, estábamos preparados, fue el que dando grandes voces de ¡VIVA CRISTO REY! ¡REQUETÉS VAMOS A POR ELLOS!, nos animó de tal forma, que como un solo hombre, todo el tercio subió al talud; como su fuésemos a una carrera de velocidad, salimos hacia el enemigo. Es una lastima que no fuese cronometrado el tiempo que los primeros tardaron en recorrer esos 200 metros; seguro que en aquella época hubiera sido un record del atletismo español. Finalizado el combate, me decía el Capitán Jaramillo que yo debía ir ciego, pues me había visto como de un salto había pasado las alambradas sin tocarlas, mientras el las haba pasado a tres metros a mi derecha por un paso que tenían, que yo no había visto en mi loca carrera.

A las voces de aliento y mando del teniente Loperana, me lancé de los primeros al asalto, y después de salvar la alambrada de la forma relatada, sigo y llego a las trincheras del llano, segundos después de que el último avión diese su última pasada, cuando su piloto nos hiciese señas con la mano de que avanzásemos; no era la primera vez que hacían esto; incluso en ocasiones nos animaban con sus voces, que se oían perfectamente, a pesar del ruido de los aviones, y me lancé también de un salto, al otro lado de las trincheras enemigas.

La reacción del enemigo fue muy variada; hubo quien más vernos echó a correr; otros no habían tenido tiempo de reaccionar o estaban escondidos por el paso de los aviones y los encontramos tumbados en las trincheras; también los hubo que sin haber acabado la última pasada la aviación ya estaban funcionando con sus máquinas ametralladoras, que fueron los que nos ocasionaron la mayor parte de las bajas.

Al saltar al otro lado de las trincheras vi a unos ocho o diez hombres que huían; los tenía a unos 15 o 20 metros; mi reacción fue rápida, lancé sobre ellos las dos bombas de mano que llevaba y ninguna hizo efecto, bien por la distancia o porque no había tenido fuerzas  para lanzarlas más lejos; inmediatamente saqué la pistola, disparando los ocho tiros que en ella tenía, aunque igual que las bombas de mano, el resultado fue negativo, a pesar de que había distancia para el disparo; el caso es que, estando ya desarmado, volví la cabeza y aprecie que, 30 metros atrás, en las trincheras se combatía  cuerpo a cuerpo con bayonetas, mientras otros requetés ya estaban llegando a la cima de la cota 201; no lo dude un momento subí a la cota por el sitio más recto, aunque prácticamente en zona enemiga, hasta llegar a media ladera, donde había unas trincheras y estaban varios requetés, que disparaban sus fusiles sobre la posición de la casa.

Lo primero que vi fue a un requeté que estaba herido; se quejaba de un tiro en el vientre; se estaba revolcando en la trinchera, teniendo por este motivo todo su cuerpo lleno de polvo; me decía lastimosamente que le atendiese; le dije que en aquellos momentos era del todo imposible sacarle de allí, así que en contra de todo sentimiento humano, no hice nada por él, porque nada podía hacer; solo tomar su fusil, y , como un requeté más, disparar sobre el enemigo en la posición de la caseta, entre ellos dos enemigos intentaban retirarse con una ametralladora Maxins, inconfundible, porque tiraban del carro que la transportaba, y puedo asegurar que no llegaron a la casa, siendo ésta una de las ametralladoras que se tomaron al enemigo.

Esta lucha, cambiadas las tornas, nosotros en la cota 201, dominante, en la que hacia unos momentos habíamos tenido al enemigo , termino al cabo de una hora aproximadamente, y al organizar las fuerzas del Tercio de Lácar, a pesar de la gran Victoria obtenida, el balance de bajas era desastroso; habíamos pagado con gran derramamiento de sangre la toma de la cota 201 en el paso del río Guadalope.

Resultaron muertos el Teniente provisional de Infantería D. Miguel-Eugenio Cano y Gutiérrez de la Rueda, el Sargento D. Pedro Huerta Sanzol y 17 Requetés, y heridos los alféreces D. Fernando Revuelta Prieto, D. Agustín Zufiaurre Coque y D. Urbano García Mendivil, los Sargentos D. Felix Sanz Sanz, D. Fracisco Artiaga Aragón, D. José Losada Gallego, D. Victorino Alsasua Expósito, D. Andres Díaz Mañeru y D. Silvino Mendivil Bertol, además de 68 requetés, y 12 mulos muertos. Por el contrario, el enemigo, según el diario de Operaciones, había dejado en el campo de batalla 52 muertos, se les había hecho 19 prisioneros, además de recoger 12 ametralladoras, ocho fusiles ametralladores y 63 fusiles individualidades.

 

Desde la cima de la Cota 201 con la vista del río Guadalope y el talud desde donde saltaron los requetés del Lácar

El Comandante D. Luciano García Sánchez natural de Mazarrón dejó escrito en el Diario de Operaciones lo siguiente....En este gloriosa actuación de este Tercio en que tanto oficiales como suboficiales y clases de tropa rivalizaron su valor y arrojo tanto en el avance como en al asalto de las trincheras enemigas, merece especial mención el heroico comportamiento del Teniente de la 1ª Compañía D. Miguel Eugenio Cano y Gutiérrez de la Rueda, al que no tocándole ir aquel día en vanguardia, viendo que el enemigo tiraba mucho desde unas trincheras del flanco derecho con varias armas automáticas, se lanzó con una sección al asalto de ellas; no obstante ser gravemente herido en el avance, fue el primero en llegar a ellas, y al notar al estar en ellas que el enemigo le seguía hostigando desde un refugio, se fue con otro requeté con una granada de mano hacia ellos, y al ir a lanzarla a la puerta de dicho refugio, recibió varios disparos que le ocasionaron su gloriosa muerte.

Cuando el Teniente Cano recibió estas heridas mortales, tenía cerca a su asistente, a quien le dijo: "Rézame el Señor mío Jesucristo." Así  lo hizo el requeté, que se llamaba Cemborain, al oído del moribundo.

Terminado el combate, y a la vista de la situación se reorganiza el Tercio, poniendo en posición (en lo alto de la cota 201) a la 2ª Compañía, mientras que el resto, en la contrapendiente, que da en reserva y con la misión de evacuar a los muertos y heridos.

La visión de lo que había sido el campo de batalla era patética. Por una parte estaban los numerosos muertos que el enemigo había dejado en las trincheras y alrededores, y por otra, entre el Guadalope y la cota 201 se veían números cuerpos caídos, unos muertos y otros heridos, que había que rescatar , y digo que había que rescatar porque a la izquierda de la cota 201 había otra similar, en la misma orilla y al otro lado de la carretera de Caspe a Gandesa , que aun estaba en poder del enemigo. La ocupación de la misma tenía que haber  sido llevada por otras Unidades de la 1ª de Navarra, en iguales o similares términos a como lo había hecho Lácar, pero, por lo que fuese, no se pudo ocupar; entre estas dos cotas pasa la carretera de Caspe a Gandesa y al estar esta cota un poco adelantada, en relación con la otra, hacia el río batía completamente el raso que separaba el Guadalope de la cota 201. A media ladera  tenía el enemigo emplazadas varias ametralladoras que supongo nos hicieron la mayor parte de las bajas. Terminado el combate Lácar, una vez alcanzado el objetivo marcado, trata de retirar a sus muertos y heridos, por una parte, y por otra, pasar a la otra parte del río el tren Regimental del Tercio, pero los defensores de dicha cota nos hacían la vida imposible, de tal forma  que, antes las bajas que continuamente nos hacían, hubo que retrasar el rescate de los muertos hasta llegada la noche, siendo retirados los heridos aun a costa de muchas bajas. El Tercio estaba bien resguardado, asistiendo, como viendo los "toros desde la barrera", a la actividad del enemigo, sin poder hacer nada para paliarla.

Nos sigue contando Javier Nagore Yárnoz ....sobre las cuatro de la tarde, Pérez Salas con el Tercio de Montejurra, que con el fuego de sus ametralladoras intervino en la operación, pasó el río y subimos -yo iba con este Tercio- a la cota 201. Lácar recogía  a sus muertos. Entre éstos al Teniente Cano. Según nos contó Cemboráin , su asistente: "antes de morir me dijo: Rézame el Señor mío Jesucristo".

Montejurra reforzó la posición conquistada y con Lácar rechazaron  contraataques de la Brigada Internacional Garibaldi. En uno de estos, el día 28 resultó herido grave el Comandante del Tercio de Montejurra Escarda, y muertos 2 requetés del Montejurra, junto con otros 7 del Lácar y su PATER D. Juan Aldaz Andueza, después de haber celebrado la Santa Misa en la contrapendiente de la cota 201.

En el asalto y defensa de la cota 201 intervino la Aviación Nacional con su grupo I-G-2 (llamado cadena por su forma de actuar) al mando del Capitán D. José Muñoz Jiménez, alias, "El Corto" por serlo de estatura, nada mejor que esta operación para resaltar el heroísmo, la valentía, el arrojo y la magnifica y brillantísima actuación de sus pilotos, porque ese día superaron lo imposible, bajo el fuego de la artillería antiaérea enemiga, y gracias a ellos fue posible el asalto a la cota 201 y por ende el paso del río Guadalope.

Nos cuenta Jesús Salas Larrazabal lo siguiente.......El día 26, casi toda la aviación española es enviada al sector del río Guadalope, donde se consideraba imprescindible romper el frente. El grupo I-G-2 efectúa dos servicios seguidos, con varias apretadas pasadas en cada servicio; en cada pasada es alcanzado un avión, lo que no arrendra a sus compañeros; la última pasada solo puede ser llevada a cabo por un aparato, el del Jefe del Grupos Capitán D. José Muñoz Jiménez, más conocido por "El Corto" (corto de talla, pero inconmensurable de espíritu). Dospilotos heridos en la cabeza y otro ileso estaban prestos para una nueva salida. Ese día fue hecho  prisionero y muerto el teniente Aragón y fueron heridos los Tenientes Ozores, Dieguez, González del valle y Güervos. Días antes había perecido Jiménez Guerra. El grupo fue propuesto para la Laureada Colectiva.

Cotas vecinas en poder del Enemigo al otro lado de la carretera de Caspe a Gandesa (vista desde la cota 201)


BATALLA DEL EBRO "ASALTO A LA SIERRA DE CAVALLS" LEGIONARIOS Y REQUETÉS POR DIOS

5º Bandera de la Legión y Tercios de Lácar y Montejurra

 

Nos cuenta Carmelo Revilla Cebrecos en su libro "LACAR".......La idea de maniobra se había fijado de la siguiente forma: El Cuerpo de Ejercito Marroquí debería fijar y presionar sobre el enemigo desde Fayón hasta la Venta de Camposines, mientras que el Cuerpo de Ejercito del Maestrazgo de D. Rafael García-Valiño y Marcen operaria en el núcleo de la resistencia Republicana en dos líneas de progresión. Uno principal sobre la Sierra de Cavalls y otro secundario sobre la Sierra de Pandols; conseguidos estos objetivos, profundizar por la carretera de Gandesa a Pinell, persiguiendo al enemigo hasta el Río Ebro. Por lo tanto de nuevo a D. Rafael y su Estado mayor le toca preparar una de las grandes batallas de la Guerra civil:

1ª División de Navarra = Romper el frente entre la altura del vertice "Cavalls" y cota 331, extendiéndose por la Sierra del mismo nombre.

84ª División = Atacar la Sierra de Pandols hasta su total ocupación.

74ª División = Ocupar el Cerro de San Marcos  (Lo hace el Tercio de la "Mare de Deu de Montserrat")

82ª División = Ensanchar la brecha producida, constituyendo al Norte un Frente defensivo.

53ª División = En Reserva, haciendo relevos sucesivamente.

Se confiaba en la sorpresa, para lo que se prohibió toda acción de fuego sobre los objetivos a atacar, sin corrección de tiro, y caso de retirarse el enemigo perseguirle hasta el río Ebro. A la 1ª División de Navarra le corresponde iniciar el avance saliendo de sus posiciones de la Sierra de Lavall salvar la vaguada (400 metros) y alcanzar las primeras elevaciones de Cavalls, pegándose materialmente a los torios cortos de la artillería, aún con el riesgo de tener bajas propias. El Tercio de Lacar y el Tercio de Montejurra le tocaba salir justo después de la Unidad en vanguardia que se correspondía con La 5ª Bandera de la Legión.

 

.......En aquellos días hubo una visita inesperada, no a nosotros, sino a la 5ª y 7ª Banderas de la Legión que pertenecian a la 1ª División de Navarra como Nosotros. El visitante era el General Yagüe, VESTIDO DE LEGIONARIO. Pasó revista a esas Unidades, les arengó, pareciendo que, en lugar de dirigirse a sus legionarios, lo hacía el enemigo, pero los Legionarios vibraban ante la presencia de su Jefe, y para mi el momento de más emoción fue en la despedida, cuando Yagüe se quita el gorro, lo levanta sobre su cabeza, y da los vivas de rigor, que fueron contestados con tal fervor, que no había duda que íbamos hacía la VICTORIA por ESPAÑA Y SU TRADICIÓN Católica.

LEGIONARIO

 .... El 30 de Octubre, a la hora H, se inicia la más potente preparación artillera conocida hasta la fecha, con gran precisión al tener cada batería asignado su objetivo; bajo la bóveda de tantos proyectiles tenían que salir las primeras tropas asaltantes a la Sierra, aparentemente sin riesgo, dados los ángulos de situación que hubo que emplear para batir las crestas de la  "Serra Cavalls". Eran tantas las explosiones que, si con anterioridad Cavalls era el mejor observatorio, en estos momentos era imposible la observación ni mucho menos realizar sus fuegos defensivos. Con precisión matemática sale la Primera Unidad de la 1ª División de Navarra, que se corresponde con la 5ª Bandera de la Legión, en pequeñas columnas para ganar en rápidos avances los escarpados de la Sierra en el menor tiempo posible. Cada Unidad u dentro de ella cada Compañía, teníamos los itinerarios estudiados a seguir y los abrigos naturales donde debía permanecer mientras duraba la preparación artillera. LA MANIOBRA FUE EJECUTADA CON TAL PRECISIÓN QUE MAS BIEN PARECÍA UNA MANIOBRA EN TIEMPO DE PAZ. Una vez que salió la 5ª Bandera y tomó las primeras crestas, emprendimos el avance las demás Unidades de la 1ª División de D. Rafael y entre ellas los Tercios de Lacar y Montejurra con Requetés de algunos equipos de la 1ª Sección de Radio Requeté. Coronadas éstas, se desbordaron rápidamente por los flancos, tomando una serie de trincheras y refugios con granadas de mano y utilizando las bayonetas. Se puede decir que a los quince minutos de haber tomado contacto los primeros hombres de la 5ª Bandera  de la Legión con los defensores de Cavalls, ya estaba toda la 1ª División de García-Valiño en toda la Sierra, encontrándonos con la sorpresa que de que el enemigo estaba intacto. Suponíamos que después del fuego que habían sufrido hubieran perecido todos; de ahí nuestra sorpresa al ver como huían y la mayoría se entregaban por estar aún sin salir de sus refugios. Habían construido tal cantidad de ellos entre las rocas viva, que nos les había hecho mella tanta metralla, siendo sorprendidos por la rapidez y la forma tan matemática con que se había desarrollado la acción. Calculábamos que todo el terreno estaría sembrado de embudos por las explosiones, encontrando sólo como unos rasguños en las piedras del terreno.

 

 


Un monumento perdido y dos hermanos olvidados

Juan Martínez Acosta


1.  Una sierra sorprendente.

La Sierra de Espadán, en la provincia de Castellón, es un gran macizo montañoso, una abigarrada sucesión de montes y barrancos, sembrados de alcornocales, surcados por gran número de fuentes y riachuelos. Constituye un paisaje bucólico, con un verdor y una frondosidad envidiables. La paz que reina en estos bosques es incomparable. Esto hizo que fuese declarada Parque Natural en septiembre de 1998 por el gobierno valenciano.

Pero ese encantador paisaje, guarda un trágico pasado. Esos mismos bosques fueron testigos durante el siglo XIX y el XX de feroces combates, durante el transcurso de las guerras que han asolado a este país. Precisamente su orografía, con montes y barrancos pronunciados, lo hace especialmente favorable para la defensa. La historia que les traigo hoy aquí corresponde a nuestra última guerra civil.



Monumento a los hermanos García Sánchez


Partiendo del pueblo de Alcudia de Veo, en plena sierra, y, como a unos dos kilómetros en línea recta, después de serpentear por caminos forestales, se llega a dos montes, muy parecidos entre sí. En una pequeña explanada, junto a una pendiente, se yergue un pequeño monumento, coronado por una cruz. Si uno se aproxima y observa la construcción, (típica, por desgracia, de los años de la posguerra), descubrirá una lápida, grabada con el escudo de la IV Brigada de Navarra, donde se dedica tal túmulo a los hermanos Luciano y Mariano García, Comandante y Capitán respectivamente, muertos durante la guerra civil en este punto. No es sorprendente encontrar este obelisco en un paisaje que se encuentra sembrado de trincheras y restos de la contienda. Aquí tuvo lugar una de las más feroces acciones, con grandes pérdidas por ambos bandos. Lo que es sorprendente, y de hecho, poquísima gente tiene constancia de ello, es que este monumento está dedicado a dos mazarroneros. ¿De Mazarrón?, se preguntarán ustedes. Efectivamente, realizado a la gloria de dos militares muertos en estos montes, ambos oriundos de nuestro pueblo. Un monumento olvidado, a unos muertos olvidados. Voy a intentar reconstruir la historia, basándome en la búsqueda que he realizado a través de libros, documentos y conversaciones.


Antes de empezar me gustaría decir que las guerras no son justas con nadie. Doloroso es escribir de una guerra civil, donde tantos inocentes mueren, sin saber cómo ni por qué. Los hechos que se van a relatar aquí no tienen ningún fin especial, e igual que estos dos hermanos, debería hablarse de todos los caídos, en uno y otro bando, pues de todos fue la tragedia. Pero, por lo que toca a Mazarrón, narramos los hechos siguientes. Cada uno que saque sus propias conclusiones.


Existe en nuestro municipio, una pequeña calle situada a la espalda del Ayuntamiento, y que desemboca, a la antigua Plaza de Palacio, ahora Plaza de Ramón y Cajal, por un lado, y a la del escultor Salzillo por el otro.


Actualmente le falta la placa, pero desde hace tiempo se podía leer en ella "Calle Comandante García Sánchez". Esto llevaba a la confusión de creer que esa calle se encontraba dedicada a alguna figura militar, igual que antes existían las calles de General Mola, Queipo de Llano, Moscardó y otras. Mi curiosidad personal, hizo que empezara a preguntarme quién era este comandante o qué había hecho para merecer la placa.


2. Dos militares de carrera.


Pues bien, ¿ quien era o qué hizo ese comandante para que le pusieran nombre a la calle?.


Lo primero que hay que decir es que el nombre es erróneo. La calle no se designó así sino de los Comandantes García Sánchez.


¿De los comandantes?, ¿Los del monumento que has citado al principio?


Efectivamente, la calle está dedicada a los hermanos Luciano y Mariano García Sánchez, oficiales del ejército nacional durante la guerra civil. Dos oficiales mazarroneros con un historial militar impresionante y desconocido.


¿Y qué hicieron para que les pusieran la calle y ese monumento en aquella sierra? ¿Ganar alguna batalla?


Más que por ganar una batalla, se le puso por su actuación durante la guerra, y porque tuvieron un trágico final.


Estos dos mazarroneros, encaminaron su vida hacía el ejército muy pronto. El mayor, Luciano, ingresó en el mismo en mayo de 1916, siendo Capitán de infantería desde julio de 1927. Mariano ingresó en mayo de 1922, siendo Teniente de caballería desde julio de 1928. Luciano había estado destinado en África, en la Legión, y conoció a varios de los mandos que pronto resonarían en todo el país. Era considerado un héroe, porque intervino en varios combates y había recibido un tiro que casi lo mata, durante los difíciles días de 1924, del que consiguió recuperarse.


Cuando estalló la guerra civil, los hermanos se pusieron de lado de los sublevados contra la República. En concreto, Luciano García Sánchez, capitán del ejército, se encontraba por esos días destinado en el Regimiento de infantería Valladolid Nº 20, concretamente en Jaca (Huesca). Inmediatamente se unió al golpe, pasando con su regimiento para tomar Huesca. Intervino en varios combates, sostenidos contra las columnas de milicianos que intentaban frenar a los golpistas, sobre todo en el sector de la zona de Huesca. Sus antiguos compañeros, y en particular uno de los jefes bajo los que combatió en Marruecos, el general Franco, no se olvidó de su antiguo subordinado, y el 16 de julio de 1937 le destinó para que pasara al frente del Norte, dirigiendo al Tercio de Requetés de Lácar.


¿Y su hermano Mariano?


Mariano estaba destinado en julio del 36 en la Mehal la Jalifiana de Larache Nº 2, (tropas marroquíes mandadas por oficiales españoles en Marruecos). Con el estallido de la guerra siguió allí. Pasó en 1937 al Batallón H de Cazadores de Melilla Nº 3. Tras pasar por Villa Sanjurjo, pasó a la Milicia de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El 14 de junio de 1938 se pasa al Tercio de Requetés de Montejurra, que combate al lado del que manda su hermano Luciano.


¿Requetés de Lácar y Montejurra?, ¿Eso qué es?


Los Requetés eran soldados carlistas (o tradicionalistas), es decir, que luchaban apoyando a Franco, pero su ideal era la restauración de la monarquía en la figura del pretendiente borbónico Jaime, y no en la persona del hijo de Alfonso XIII,  Usaban boina roja y su bandera era la Cruz de San Andrés, (una cruz en aspa), sobre fondo blanco.



Capitán Mariano García Sánchez


La 1ª División de Navarra estuvo en casi todos los frentes más duros de la guerra, como Teruel, Alfambra, ofensiva de Aragón, toma de Levante, batalla del Ebro y toma de Cataluña. Precisamente Luciano García había sido condecorado con la Medalla Militar Individual por su destacado valor demostrado durante la campaña del Norte (1937). Esta medalla ( la segunda medalla militar más importante a la que puede aspirar un militar español, tras la Laureada de San Fernando), condecora a aquellos que han mostrado un especial arrojo en el combate, y se concede tras un riguroso estudio de los hechos.


3.Los que arrastran el capote.


¿Y qué les pasó?


Aquí empieza lo complicado. Veamos la situación:

En julio de 1938 las tropas franquistas se encontraban inmersas en lo que se denominó "ofensiva de Levante", buscando tomar la región valenciana, tras haber partido el territorio republicano en dos. El día 18 de abril, habían logrado llegar al mar, al alcanzar la 4ª de Navarra, Vinaroz y desde aquí proseguían su avance hacia Valencia. Pero la resistencia era muy fuerte y costaba mucho esfuerzo. Si conseguían tomar la Sierra de Espadán, podrían tomar Valencia y esto significaba el fin de la República.


Gracias a un libro que escribió un alférez del tercio, Carmelo Revilla Cebrecos (Tercio de Lácar, Memorias de la Guerra Civil Española 1936 1939), se puede saber todo lo que sucedió, de primera mano, ya que éste participó en los combates y estaba bajo el mando de Luciano García.


Los requetés de Lácar y Montejurra iban a la cabeza de estas operaciones, junto con el resto del ejército franquista. Los dos hermanos se habían encontrado en las estribaciones de Espadán. Luciano ya era Comandante, y su hermano Mariano, recién llegado a esa unidad, no podía dejar de sorprenderse ante el aspecto que tenían estas tropas, compuestas en su mayoría de recios vascos y navarros.


Con motivo de cumplirse el año al mando de los de Lácar, el comandante Luciano García mandó celebrar una comida extraordinaria, pese a estar tan cerca del enemigo, y antes del reparto del rancho, reunió a sus hombres y leyó la siguiente alocución:


"Valientes oficiales, heroicos requetés: Hace un año que nuestro valiosísimo García Valiño me hizo la distinción de darme vuestro mando, diciéndome estas palabras: "Son unos soldados formidables"; hoy le he puesto un telegrama de saludo y agradecimiento en vuestro nombre y en el mío, pues sois inigualables y es muy fácil el mando si se tiene un cuadro de oficiales como el mío y unos requetés como vosotros.


Durante este año, todos juntos hemos escrito páginas brillantes en esta Santa Cruzada. Las Peñas de Mazuco, el Benzúa, el Guadalope, la Ermita de San Antonio, la cota 1.725, son nombres gloriosos que irán engalanados en los laureles (...).


Soy incondicional de nuestro Generalísimo Franco, que es España; tengo una fe ciega en él y la firme convicción de que con su trabajo y con su inteligencia nos llevará pronto a la victoria final; mientras tanto, os pido que sigáis siendo como hasta ahora, tan sufridos, tan valientes, y si alguna vez dudáis, acordaos que sois del Tercio de Lácar, de los que "arrastran el capote", y ya veréis como pronto recuperáis vuestros ánimos y tenéis el ímpetu y la acometividad que este año ha tenido nuestro glorioso Lácar, esa heroica locura que ninguna infantería del mundo puede igualar.


Con un ¡Viva España! y ¡Viva Franco! os abraza fuertemente a todos, oficiales y requetés, y está orgullosísimo de mandaros, vuestro comandante.


Luciano García Sánchez."


Poco a poco van las tropas nacionales tomando un punto tras otro de la sierra, siempre bajo un intercambio del fuego de la artillería y con grandes precauciones, dado lo abrupto del terreno. El día 9, se encuentran frente a la cota 850. A las 9 de la mañana, llama el comandante Luciano García a los oficiales a fin de preparar la estrategia del asalto.


Se encontraba esta cota en una loma alargada, con dos montes muy pronunciados y muy parecidos, por lo que se les bautizó como "los dos tetones". Desde las posiciones nacionales hasta las republicanas, bien situadas en lo alto de los dos montes, mediaban 600 metros, todo ello con una pronunciada cuesta.


Tras ver la mejor forma de llevar a cabo el ataque, termina el comandante García diciéndoles a sus oficiales: "Terminad lo antes posible, porque este objetivo lo teníamos que haber conquistado ayer y con él terminar la actuación, de momento, de Lácar; así que quiero pronto comunicar al mando que hemos cumplido la misión"


Se iniciaron las operaciones con un bombardeo artillero y tras este, otro por parte de la aviación nacional. Acabado este, saltan los de Lácar cuesta arriba, hacia los dos tetones. Pero los republicanos responden con tal cantidad de fuego sobre sus posiciones, que se decide por los franquistas intentar el asalto por el costado derecho. Es inútil. No hay forma de asomar la cabeza y empiezan a caer los primeros heridos. A las 14,30, tras bombardear de nuevo la aviación, se intenta un nuevo asalto y otra vez los requetés son barridos por el fuego republicano.


A primera hora de la tarde, ante el fracaso y viendo que sus tropas chocaban con un enemigo bien aposentado, que devolvía una y otra vez las acometidas carlistas, el comandante jefe, Luciano García, decide ponerse él mismo al mando de sus hombres, se adelanta a la posición de salida y se lanza al frente de sus requetés hacia las dos montañas. Le recibe un nutrido fuego, y tras varios pasos, recibe un tiro en el vientre y cae herido de muerte.


Inmediatamente su enlace, Nicanor Pérez de Obanos, se lanza hacia él para auxiliarle, pero, un balazo en el corazón unirá en el mismo trágico destino a oficial y subalterno. Otros seis requetés acompañarán en tan luctuoso viaje al comandante y al enlace. Luciano García tenía 40 años de edad.


4. Unión de destinos en la Cota 850.


Nuevos intentos se realizarían el día 10 para tomar la cota 850 y todas fracasarían. Ante este panorama, el mando nacional ordena atrincherarse en sus posiciones y pasar a la defensiva. Las tropas se encontraban desmoralizadas y diezmadas, con gran número de bajas. Además habían perdido a su comandante. Los republicanos, sabedores de esto, aprovechan para tantear el terreno y, finalmente, se lanzan al contraataque el 14 de madrugada, conteniendo a duras penas los nacionales sus posiciones. Ante la disyuntiva de retirarse o iniciar a su vez un avance con todas las fuerzas disponibles, el mando franquista ordena esto último y el 16 da comienzo la operación, y de nuevo se intenta tomar la cota 850, y otra vez la resistencia republicana rechaza el ataque, llegándose al cuerpo a cuerpo en una de las dos montañas, ocupándola por fin. Al día siguiente son los republicanos los que intentan tomarla, pero la 5ª Bandera de la Legión y el 2º Batallón de San Marcial desalojan a estos. Así se suceden los días, con constantes ataques y contraataques, y sin que nadie ceda un palmo de terreno.


Tras conocer la muerte de su hermano, el capitán Mariano García Sánchez, pide ser trasladado a la misma unidad que dirigía Luciano. Su petición es aceptada, y el mismo día 10 de julio se incorpora al Tercio de Lácar. Este se había retirado a posiciones de partida, y queda de reserva en Sueras, un pueblecito de la sierra.


El 24 de julio se intenta maniobrar de manera que se acabe por fin con la resistencia en la sierra, pero, un acontecimiento inesperado da al traste con esta idea: el ejército republicano acaba de cruzar el río Ebro, dando comienzo a la batalla más famosa de la guerra civil.


Así pues, los nacionales se atrincheran en el Espadán, a la espera del momento oportuno para seguir avanzando. De esta forma se pasaran los días, rotos por pequeñas escaramuzas o por intentos de uno y otro lado de infiltrarse en las líneas. El 10 de agosto, queda el tercio sobre los "dos tetones", que ya habían pasado a formar parte de su historia. En la medianoche del 12 se intenta el asalto por los republicanos y son rechazados. Sigue durante los días siguientes el intercambio artillero entre unos y otros.


Llega el día 18, el fuego de la artillería sigue machacando las posiciones, añadida a este el fuego de mortero. A las 14,30, el fuego artillero es especialmente duro en la cota 850. A las 15 horas, los republicanos se lanzan al asalto de las posiciones nacionales, llegan a las alambradas y saltan al parapeto. El combate es violentísimo, luchándose cuerpo a cuerpo, pero finalmente son rechazados por los de Lácar. Sin embargo, tras el ataque apenas quedan defensores vivos. Inmediatamente se mandan refuerzos a esta posición, donde el capitán Mariano García Sánchez aguanta con sus pocos hombres. Del Tercio de Montejurra llegan tres secciones, justo en el momento en el que los republicanos intentan un nuevo asalto. Mariano García ordena que no se dispare hasta que se encuentren en las alambradas de la posición. Al llegar a este punto, los reciben con granadas de mano y nutrido fuego de fusilería. En el fragor del combate, el capitán García Sánchez es herido de metralla. Sin abandonar su puesto, sigue arengando a los suyos, pero, un tiro en la frente acaba con la resistencia de éste. Tenía 38 años, y sólo hacía 39 días que había muerto su hermano frente a esta misma posición.


5. Aura y relego de dos muertos.


Para la España nacional, estos hechos no pasaron desapercibidos. El Comandante Luciano García Sánchez, fue recompensado, a título póstumo, de nuevo con la Medalla Militar Individual (la segunda que recibía). El teniente coronel Julio Pérez Sálas, jefe de la 4ª Agrupación, redactó un informe el 21 de julio, para que le fuera concedida la Medalla Militar Colectiva al Tercio de Lácar por la acción del 10 de julio. "Se han puesto de manifiesto las grandes virtudes militares de estos heroicos Tercios: el valor, la abnegación y el sacrificio; han luchado con gran entusiasmo, y a pesar del gran numero de bajas sufridas, la moral de estas tropas después de los duros combates era elevadísima", escribiría en su informe. Efectivamente, dicha medalla sería concedida, y, por lo tanto, ambos hermanos estaban englobados dentro de la Medalla Militar Colectiva que recibió el Tercio de Lácar en conjunto por su actuación y otra igual con la que fue recompensado la IV Brigada de Navarra. Es decir, que Luciano García presentaba en su historial 2 medallas individuales y 2 colectivas, y Mariano, y 2 colectivas. Un historial que no tenía todo el mundo.


La historia posterior ya se puede imaginar. Tras terminar la guerra, se decidió que se erigiese un monumento para honrar la memoria de estos dos hermanos, en el mismo sitio donde habían caído. Años más tarde, fue destruido por una chispa eléctrica causada por una tormenta, aunque con posterioridad se proyectó la reconstrucción del mismo, sufragada por el Gobierno Civil de Castellón.


¿Entonces, ellos eran de Mazarrón?


Los dos eran mazarroneros. Sus padres eran Miguel García Navarro, médico cirujano, natural de esta villa, donde nació y vivió toda su vida, y su madre, Felisa Sánchez Arco. Ella era natural de Cavite (Filipinas) y había vuelto a Mazarrón a raíz del desastre del 98. En Filipinas habían nacido su hija Josefa, en Cebú, Maria Gloria, en Embolinao y Luciano, que nació en Zagbilarán Bohol el 5 de mayo de 1898, cuatro días después del desastre de Cavite. Mariano vino al mundo el día de nochebuena de 1899, ya en Mazarrón. A principios de siglo, la residencia de sus padres estaba fijada en la Plaza de San Andrés, 11. Tras la guerra, encontramos su residencia en la calle que, precisamente, llevaba el nombre de sus hijos.


Muchos mazarroneros recordarán aún al médico D. Miguel García y a su esposa, al parecer, bastante agraciada físicamente. Además Miguel García, tenía un hermano que también era médico, llamado Luciano, y que llegaría a dirigir el Hospital Provincial de Valladolid.


¿Y quién les puso el nombre a la calle?


Al terminar la guerra civil, las nuevas autoridades franquistas decidieron que, teniendo noticias de que los hermanos García Sánchez habían muerto en el frente del Ebro, ( aunque como hemos visto, no fue allí, sino en el frente de Castellón), y para honrar la memoria de los mazarroneros fallecidos en la lucha ( los que lucharon con Franco, claro), se alzaría un monumento que recordase a los caídos, y que, en primer lugar, figurase el nombre del primer mártir de la cruzada, José Antonio Primo de Rivera, y a continuación de éste, siguieran los nombres de los dos hermanos. Se instauraría este monumento en la Plaza del Convento, que a partir de entonces, se denominaría Plaza de los Caídos. Más tarde se decidiría su instauración frente a la iglesia de San Antonio, en la actual Plaza del Ayuntamiento.


Con respecto a la calle, en la sesión celebrada el 21 de abril de 1939, dentro del baile de nombres que se realizó en el callejero, se decidió que la antigua calle de José Heredia, se pasara a denominar, de los Comandantes García Sánchez. (Otro error, pues uno si era comandante pero no así Mariano, que era capitán).


6. Una medalla para una Virgen.


Hasta aquí llega la narración de los hechos que vivieron los hermanos García Sánchez. Pero hay un cabo que queda por atar. Don Miguel García y su esposa e hijas, siguieron viviendo en Mazarrón. Don Miguel continuó atendiendo su consulta, en la calle Lardines, viviendo con el dolor de haber perdido dos hijos, y con el orgullo de ser el padre de dos héroes reconocidos. Doña Felisa Sánchez, como muestra de su sentimiento religioso, entregó una de las medallas individuales que habían ganado sus hijos a la imagen de la Purísima que se veneraba en la Iglesia, para que esta la luciera en su manto.


Con el paso de los años, aquella medalla cambió de ubicación, y hoy se desconoce donde ha ido a parar. Tal vez se encuentre depositada en algún arcón, durmiendo el sueño de los justos


Hoy ya no existe ni el monumento de la plaza, ni la placa de la calle, y solo queda, un triste monolito, olvidado de todos, perdido en la Sierra de Espadán, evocando a unos muertos que nadie recuerda, frente a la cota 850.


Bibliografía:

 Anuario Militar de 1936. Estado Mayor Central del Ejército de Tierra.

 Archivo Municipal de Mazarrón.

 Carlos Engel, "Historia de las divisiones del Ejército Nacional". Ediciones Almena.Madrid.2000

 R. Casas de la Vega: "Las Milicias Nacionales".

 Julio Arostegui. "Los combatientes carlistas en la Guerra Civil Española (1936 1939).Madrid. Fundación Luis Hernando de Larramendi.1991.2Volúmenes

 Carmelo Revilla Cebrecos, "Tercio de Lácar". Madrid. Gregorio del Toro.1975.

 Gracias a Domingo Blasco, Bartolomé Blaya, Salvador Campillo y Cristóbal Hernández, que me han ayudado a realizar este artículo.



Publicado en RETAHÍLA, Revista de Estudios de Mazarrón, nº3, Mazarrón, 2002.


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