VERÍN

DESDE LA MONARQUÍA
HASTA LA DICTADURA FRANQUISTA

DATOS GEOGRÁFICOS

Verín es una villa localizada en el sudeste de la provincia de Orense, a orillas del río Támerga. Es muy conocida por sus aguas minero-medicinales: Fontenova, Cabreiroá, Sousas y algunas otras, actualmente sin comercializar, como Caldeliñas y Fonte do Sapo; por el Castillo de Monterrei, que preside el valle del mismo nombre, y por su Parador Nacional de Turismo.

País     España
Com. Autónoma
    Galicia
Provincia    Orense
Ubicación    41° 55' 59"N  y 7° 25' 59"O
Altitud    373 msnm
Distancia    80 km a Orense
22 km. a Chaves (Portugal)
Superficie    93,9 km2
Parroquias    15
Población    13.706 hab. (INE 2005)
Densidad    145,96 hab./km2
Gentilicio    Verinés, Verinense
 

   

Acrópolis y Castillo de Monterrei


ÁLBUM DE FOTOS DEL VERÍN DE NUESTROS MAYORES

  PARA QUE LAS NUEVAS GENERACIONES CONOZCAN EL VERÍN DE SUS ANCESTROS

 (Las fotos proceden del archivo de D. Luís Sabariz Nieves)
 


DATOS FAMILIARES

Vayan por delante algunos datos familiares: éramos siete hermanos nacidos en el seno de una familia de profundas raíces cristianas. Los cuatro varones recibimos formación en el colegio que los Hermanos de La Salle tenían en Verín. Al iniciarse el Alzamiento de Franco, Rafael, recién licenciado del servicio militar, fue movilizado para incorporarse a las tropas que mandaba el General Varela. Antonio, con dieciocho años recién cumplidos, salió con el primer grupo de requetés de la localidad (una decena, aproximadamente) encabezado por Ricardo Cid Toubes (carlista de pura casta, hijo y nieto de carlistas) que aparece citado en (*) la obra de referencia, como alférez de la Compañía de requetés orensanos, página 301, tomo II. Ocurría en octubre del 36, y la primera carta suya llegó a casa un mes después, poco más o menos, en la que daba cuenta de que se encontraba con sus compañeros en el Tercio de Cristo Rey, a las puertas de Madrid. Jesús, que era dos años mayor que yo (16), salió con otro grupo, un par de meses más tarde para incorporarse, con otros compañeros ourensanos en el Tercio Abárzuza, que operaba en el Alto de los Leonés. Mi incorporación a la guerra ocurrió en noviembre del 37 y diez meses más tarde llegó la reclamación de oficio de mi padre, que me devolvió al seno de la familia. De las tres mujeres (nuestra madre murió como consecuencia de mi alumbramiento), la mayor de todos, María Luisa, falleció algunos años antes de iniciarse la guerra; la que la seguía en edad, Josefa, había ingresado en un convento de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, y Celsa, la más joven (tres años menor que Rafael y dos mayor que Antonio), se incorporó voluntaria, como auxiliar de enfermería, en el hospital militar montado en las instalaciones del Gran Hotel del Balneario de Cabreiroá. La tía Celsa, hermana de mi padre, que sacó adelante mi orfandad y  cubrió muchas carencias de toda la familia, soltera y en buena situación económica, aportó al inicio del Movimiento un lote de valiosas joyas (que entregó personalmente al General Millán Astray) y muchas oraciones y lágrimas. En su casa, que era la mía, se salvó uno de las más buscados “rojos” de la Villa, llamado Antonio García, “el panadero”, al que me mandó ocultar en el rincón de una cuadra. Allí permaneció tres días con sus noches, mientras en la planta superior de la vivienda dormía el tío Manolo, carabinero (guardia de fronteras), concentrado con los demás compañeros de zona para ocuparse del orden público en Verín y su comarca. Mi padre se incorporó a la Orden de los Caballeros de Santiago, que se encargaban de mantener el orden en los pueblos, ayudar en labores de  asistencia, etc., y tratar de impedir desmanes por parte de los falangistas radicales. No portaban ningún tipo de armas. Así, pues, de una manera u otra, toda la familia estuvo implicada en aquella guerra.

(*) La obra se titula “LOS COMBATIENTES CARLISTAS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”

"Mi hermana, Celsa, además de su implicación como Auxiliar de Enfermería en el Hospital de Cabreiroá, tomó parte en festivales benéficos, interpretando zarzuelas del género chico. La foto de Godás nos recuerda un concierto en el que cantó "La Salve" (LOS TRES AMORES) del maestro Álvarez, al piano la señorita Taboada.



 

DON LINO GARCÍA

D. Lino García en época muy anterior a los hechos que se relatan.

Nota: Todos los documentos gráficos que hacen referencia a D. Lino García han sido gentilmente cedidas, para ilustrar esta Página, por los herederos del emblemático personaje extraídos del Fondo Histórico de la familia.

Soy un superviviente de aquel tiempo. Alumno del Colegio que los Hermanos de La Salle regentaban en Verín, empecé a tener conciencia de lo que eran los hombres de “la vía” aproximadamente en el año 32, en la parte ajena a las reivindicaciones de los obreros. Recién salido del parvulario privado de doña Asunción Campos Curty, conseguí plaza en el colegio Lasaliano, donde comencé a vivir y a sufrir las consecuencias de las huelgas, convertidas en el “pan nuestro de cada día” (hambre nuestra de muchos días). La “Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas” de mayo del 33 quiso ser, y en gran medida lo fue, el gran mazazo contra los Colegios religiosos y, por supuesto, la asignatura de "Religión". Refiriéndose a esa Ley, el diputado Formiguera llegó a decir: “Los republicanos católicos nos sentimos engañados por no haber respetado la República nuestros sentimientos y faltado a sus promesas”.


La segunda república, que había despertado tantas esperanzas, estaba siendo muy mal administrada, y la calle era un hervidero del desorden y el caos. Cuando “España ha dejado de ser católica” y se ordenó la retirada de las imágenes de Cristo y otros símbolos religiosos, porque “la escuela ha de ser laica”, en nuestro colegio se operó un cambio radical. De la noche a la mañana había desaparecido todo símbolo que pudiera indicar que aquello era un colegio religioso;  pero la sorpresa fue mayúscula al presentarse los profesores. Aparentemente, ya no eran Hermanos de La Salle, se habían despojado de los Hábitos que les distinguían como tales. ¿Donde estaban aquellos cuellos de blancura inmaculada, que descendían brevemente bajo la nuez? Se nos presentaron como un grupo de maestros (todos tenían sus correspondientes títulos de la Normal). Recuerdo aquel director rechoncho, que, ante la premura a que obligaban las circunstancias, vestía un traje de corte antiguo que le quedaba muy estrecho, cuando nos advirtió, con palabras que querían ser duras y se quedaron en un triste lamento. “Desde ahora yo me llamo don Ciro Gil, vuestro maestro, y los demás compañeros tienen también nombres de pila con el “don” por delante. Esto ténganlo siempre muy presente”. Todos hubieron de renunciar a sus nombres de religión, para poder ejercer como profesores laicos que "van por libre". En la convocatoria de cada huelga, había siempre una amenaza latente, cuándo empezaba a correr por todo el pueblo una voz de alarma: “¡Veñen os d’a vía!”. Los piquetes informaban de víspera las convocatorias de huelga, visitando comercios, industrias, talleres, etcétera. En Verín las huelgas solían ser pacíficas. Yo notaba su efecto, de modo especial, en el desayuno, porque los piquetes bloqueaban a primera hora de la mañana las entradas a la villa, para evitar la llegada de los productos del campo. Se decía que a las lecheras les vaciaban los recipientes, por lo que a mi, como a la mayoría de los niños, me hacían el chocolate o el Nescao (un producto parecido al Nesquik de ahora) con agua. 

D. Lino y tres de sus empleados en una dependencia de aquellos grandes almacenes.

Las huelgas tomaban un tinte dramático cuando, como queda escrito, se anunciaba la incorporación a las mismas de los obreros de la vía del ferrocarril. Que yo recuerde, llegaban por la noche; algunos portaban pistolas y escopetas de caza y, casi todos, según se comentaba, con dinamita. Desde mi observatorio, la galería de la vivienda situada en la Plaza de García Barbón, con un bastidor alzado y a través de la cortina podía ver y escuchar todo lo que allí acontecía. Con alarde de griterío, petardos (no muy potentes) y algún disparo al aire, terminaba todo en la citada plaza, ante los establecimientos comerciales de don Lino García, aquel gran maestro que fue de varias generaciones de los mejores comerciantes de la villa y comarca, Estos establecimientos ocupaban los bajos de un gran caserón blasonado, que dominaba toda la plaza, haciendo esquina con la calle Blanco Rajoy (más conocida como calle lisa) y la calle de la Cruz. En tales bajos tenían cabida una imprenta y papelería, librería, ferretería, bazar (con profusión de los más variados artículos), droguería, juguetería, ultramarinos, charcutería, panadería, herramientas para toda clase de trabajos y oficios, etcétera... Encima vivía el propietario con su familia, al que se dirigían con insultos y amenazas, por “...cacique derechista, opresor de los obreros...”. Paradójicamente, Don Lino García, tan acosado y acusado por los sindicalistas de la izquierda, terminó siendo víctima de la derecha. Detenido a raíz del alzamiento militar del 36, pese a lo avanzado de su edad, se le juzgó en consejo de guerra con otros verinenses, fue condenado a muerte y fusilado.

Podemos ver, en estas dos fotos actuales, la confluencia con la calle de La Cruz en toda su longitud, y la otra con la calle Blanco Rajoy o Lisa. Como vemos se trata de una situación clave para tal tipo de negocio, porque allí confluyen las calles de La Cruz y Blanco Rajoy, Las Plazas de García Barbón y de la Estrella (que está a continuación) y toda la Calle Mayor que confluye en la primera de las plazas.
 

Copia de la portada del "EL TÁMEGA" que se imprimía en la imprenta de D. Lino y del "NUEVO TAMEGA" que ya era propiedad de D. Lino.

 

COPIA DE DOCUMENTOS RELACIONADOS

Fallo y condenas de distinto grado (cinco penas de muerte) impuestas al grupo de verinenses en consejo de guerra sumarísimo, celebrado en Ourense en septiembre de 1936.

 

Pliego de descargo, emitido y firmado por el condenado a muerte, D. Lino García, preso en la cárcel de Ourense.
 

Recorte de la Hoja del Libro de Registro de la cárcel de Bustelo de Miño (Ourense) con anotación de las fechas de entrada y posterior entrega a la fuerza pública para ser ejecutado, el reo, LINO GARCÍA VÁZQUEZ. Trágico final del hombre que había creado más de un centenar de puestos de trabajo, maestro de comerciantes, apaleado con saña en su iglesia parroquial, acosado y acusado por la izquierda radical para, finalmente, ser condenado a muerte por una derecha caciquil. ¡DESCANSE EN LA PAZ DE DIOS DON LINO nosotros le recordaremos siempre!.
 

Al breve resumen de la trayectoria política de D. Laureano Peláez, Hay que añadir que él creó y sufragó todos los gastos de la Escuela de Música en el Colegio de los Hermanos de La Salle. Y culminó su hombría de bien con el acto heroico de presentarse como testigo de la defensa en el proceso sumarísimo que condenó a muerte a los cinco verinenses; acto que tiene premio en el Cielo.
 

 
El diario "La Región" de Orense, en su edición del día 1 de mayo de 1999, recordaba a sus lectores la siguiente Efeméride.


FOTO DE ÉPOCA: Casa-vivienda del autor, situada en la conjunción de las Plazas de la Estrella y García Barbón ( o Plaza Mayor). Desde esa galería fue testigo de las grandes manifestaciones de los obreros de la izquierda más radical, con los denominados "Carrilanos" (trabajadores de la vía del ferrocarril), que tenían su punto culminante, muy de madrugada, ante el blasonado caserón de Don Lino García, cuyos bajos estaban ocupados por su gran Centro Comercial.

LOS MÁRTIRES DE TURÓN

Corría el mes de febrero de 1.878 cuando llegaban a la Capital de España los primeros Hermanos de las Escuelas Cristianas, para fundar su primera casa: el Asilo del Sagrado Corazón de Jesús, en Madrid. Transcurridos cincuenta años del feliz acontecimiento, los de La Salle, regentaban ya 133 establecimientos; pero se dio una circunstancia histórica que facilitó tan rápido desarrollo: la expulsión de los Hermanos de Francia, donde había nacido la Congregación. Cuando en 1.904 se dictaron allí las leyes secularizadoras, muchos, antes de verse despojados de sus sagrados hábitos, prefirieron trasladarse a nuestra patria. Hay que señalar como otra causa de tal florecimiento, el generoso y oportuno despertar en beneficio de los niños. La industrialización y el crecimiento del comercio, permitía la colocación de los alumnos más aventajados, por lo que, la mejora económica que éstos alcanzaban, suponían un estímulo para impulsar nuevas fundaciones. Como había gran falta de escuelas públicas, en algunas ocasiones eran los llamados "indianos" que regresaban con riquezas quienes, movidos por sentimientos filantrópicos, fundaban escuelas en sus lugares de origen. Así se levantaros las de Verín y A Pobra de Trives, en Galicia y las de Llanes y Colunga, en Asturias. También en Asturias, en el corazón de la cuenca minera, se fundó, entre otros, el colegio Lasaliano de Turón, para enseñanza de los hijos de los mineros, dotado con ocho Hermanos profesores que impartían enseñanzas de todas las materias... "también enseñaban catecismo". Ya en Turón, nos situamos en octubre de 1.934. Había estallado la revolución socialista que cobró inusitada violencia en Asturias. En la madrugada del día cinco los milicianos asaltaron el colegio y se llevaron detenidos a los ocho Hermanos  y a un Padre Pasionista que aquel día se encontraba allí ejerciendo su ministerio sacerdotal; conducidos presos a la Casa del Pueblo, fueron encarcelados y allí permanecieron en condiciones infrahumanas, hasta la madrugada del día nueve. "A la una-relata el Hermano Mariano Valdizán, postulador del proceso de beatificación-los nueve religiosos fueron llevados al cercano cementerio del pueblo, donde se habían dispuesto de antemano dos largas fosas. Colocados en fila y enfrente a su queridísimo colegio -en aquel momento totalmente iluminado, porque lo habían convertido en el cuartel general revolucionario- son inmediatamente fusilados y posteriormente rematados a tiros de pistola y a golpes de maza. Y se dio orden al enterrador, allí presente, de que inmediatamente cubriera las fosas...".

 

EFEMÉRIDES, "HACE 75 AÑOS"

El diario "La Región" del día 19, en su sección EFEMÉRIDES, "HACE 75 AÑOS", hace el siguiente relato: "(1) En Alicante numerosos religiosos abandonan la ciudad en la que grupos de republicanos se enfrentaron a elementos perturbadores que querían incendiar más conventos e iglesias. Han creado una guardia cívica para proteger los centros benéficos regentados por las Hermanas de la Caridad. En Verín y Rivadavia los vecinos salieron en defensa de los religiosos."

De lo acontecido en Verín y Rivadavia el diario orensano publica las crónicas de sus acreditados corresponsales, que lo era en Verín, Don Jesús Taboada Chivite:

 

 


EFEMÉRIDES

El diario "La Región" del pasado día 17-O9-2006, en su apartado de "HACE 75 AÑOS", nos recordaba la siguiente noticia:
 
"DESTACADOS VERINENSES SE MANIFIESTAN CONTRA LAS REFORMAS RELIGIOSAS"
 

...Los verinenses, electores confesos del diputado don Manuel García Becerra, le escribían una larga carta, publicada en La Región, en la que se declaraba contrarios a "los proyectos antireligiosos del gobierno" que incluía: la supresión del sueldo al clero, la disolución de las órdenes religiosas, la escuela pública laica y todo lo que llevaba consigo la separación Iglesia-Estado. Los firmantes de la carta, finalizaban esta con el siguiente argumento: Verín se sentía desposeído de algo que le toca muy al alma si juntamente con los Hermanos de la Doctrina Cristiana, contemplara un día expulsarlos de aquí, porque ello equivaldría a la disolución de las Hermanas del Asilo de Ancianos que recogen en su casa a los pobres y desamparados de estos contornos y a loa Padres Mercedarios, que con tanto celo fomentan el culto a la iglesia de su antiguo convento. Esta es la realidad de los deseos de este partido judicial y la pone de manifiesto el mensaje que en breve se enviará al excelentísimo señor presidente del Gobierno, firmado por más de mil cabezas de familia. Nos dirigimos a usted como amigo, como hijo de este pueblo y por ser la persona en torno a la que ha girado el censo electoral de este partido....
Firmaban la cata los señores: Jesús Pazos, Carlos Miñambres, Lino García, Benito Diéguez  Amoeiro, José Nieto Casado, Amado Nieto García, Juan Nieto García, Sergio Mascareñas, Alejabdro Cid, Juan Gonález Lois, Cándido Contreras, Sergio Limia, Antonio Limia Carnicero, de Vilaza; Mauro Núñez, de Vilardebós; Manuel Romero, de Riós; Luis Taboada, de Cualedro; Germán Aguirre, de Oimbra  y Laureano Peláez....

NOTA:
        Es una relación de nombres ilustres de Verín y su comarca, que conocí en mi infancia. Y quiero destacar  que entre los firmantes están LINO GARCÍA y LAUREANO PELÁEZ, ambos, con mayor o menor grado, tienen protagonismo en nuestra página.


EL DOCTOR REINO CAAMAÑO

Era yo alumno del Colegio de los Hermanos de La Salle, cuando instaló en Verín su clínica y su vivienda el Sr. Caamaño, en la Avda. de Portugal. Nuestro colegio (hoy casa de la cultura), tenía enfrente el chalet ajardinado de D. Recaredo Romero y en la misma acera, a continuación, estaba la finca de recreo de la familia Peláez y ya  seguía la casa de una sola planta, que ocupó la persona objeto de este trabajo, enclavada a un centenar de metros de nuestro colegio. Para situar al lector en el tiempo y las circunstancias que rodearon al personaje que hoy recordamos, hay que volver al Verín de los años treinta y más: las huelgas generales..., los despliegues por sus calles y plazas de los obreros del ferrocarril..., la lucha de clases y las  zancadillas políticas entre la izquierda y la derecha. En una de mis colaboraciones en "LA REGIÓN" (y tengo que pedir perdón por autocitarme) publicada el 05-09 de 2000, queda muy clara la situación política que se vivía en la Villa, al referirme al más importante empresario de la época, don Lino García, siempre acosado por la izquierda para ser finalmente víctima de la derecha.

El señor Caamaño, considerado buen profesional, muy sensato y cabal, alcanzó la alcaldía con el apoyo de la Izquierda y su mandato terminó con la llegada del Alzamiento Nacional. Jamás olvidaré aquélla tarde-noche. Vocerío en las calles... sonaban algunos disparos lejanos... Aproximadamente a medianoche, la tía Celsa me tomó de la mano y me dijo: "Vamos al colegio" Aquello era un hervidero de mujeres y niños; solamente una veintena de hombres armados con escopetas de caza y alguna pistola. Todas las ventanas de la planta superior del colegio estaban iluminadas; en la planta baja todo estaba apagado y herméticamente cerrado. Solo la ventana de la capilla aparecía enmarcada por una luz muy tenue. "Los religiosos rezan- pensé yo- preparándose para morir". Y es que a mi mente acudió el recuerdo de aquella madrugada del día 9 de octubre de 1.934, cuando los ocho Hermanos del colegio de Turón (Asturias), con su capellán, fueron lleva dos ante las tapias del cementerio y fusilados sin piedad, ante las cegadoras luces de su colegio totalmente iluminado. Los Hermanos del  colegio de Verín tuvieron mejor suerte. Mientras unas mujeres cuchicheaban y otras rezaban; mientras los hombres armados discutían en voz baja sobre la determinación que habrían de tomar, apareció la figura del Alcalde Caamaño con su impresionante corpulencia y sus casi dos metros de altura. Habló muy poco, solamente para ordenar a los milicianos que abandonaran el lugar y aconsejar a las mujeres que se fuesen con sus hijos a dormir tranquilamente. Cuando me alejaba del lugar pude ver como, ante la verja del jardín de don Recaredo, un numeroso grupo de ex-alumnos, con edades comprendidas entre los 15 y 18 años, vaciaban junto a la acera las piedras de sus zurrones. Al siguiente día llegó de Ourense un grupo de guardias de asalto que tomó la Plaza para que se hicieran  cargo de la misma los cuerpos de carabineros y guardia civil de la zona. Nadie plantó resistencia y comenzaron las detenciones. A un grupo muy especial encabezado por el alcalde Caamaño, el ya citado don Lino con su hombre de confianza, Álvarez, y el administrador de aduanas, señor Cordón, se les formó un Consejo de Guerra sumarísimo. Y llama la atención que aquellos dos hombres, el tantas veces citado don Lino y el señor Caamaño, que nunca compartieron nada, ni formaron nunca causa común, llegaron al final de sus días compartiendo cárcel, banquillo y condena ¡a muerte!. El señor Caamaño logró salvar la vida de los religiosos de La Salle, pero nadie podo salvar la suya. Tengo ya muchos años, pero quiero tener en mis manos aquel funesto y trágico sumario y conocer las declaraciones del valiente testigo de la defensa, don Santiago, cura párroco de Verín, que al igual que el Buen Pastor del Evangelio, acudió en auxilio de sus ovejas y por ello se le acusó de ser un "enviado del infierno" y "testigo de Satanás".

Don Carlos Reino Caamaño fue fusilado en Ourense al amanecer del día 17 de Junio de 1937,  con otros cuatro condenados a pena de muerte en el mismo proceso. Dejaba viuda y cinco hijos.

Relación de los milicianos del Frente Popular de Verín que ocuparon el pueblo durante los 2 ó 3 primeros días del Alzamiento y participaron en el intento de asalto al Colegio de los Hermanos de La Salle. (Ver notas al pie de la relación).

NOTAS:

 1) Los relacionados que aparecen señalados con una + indica que fueron fusilados. A tener en cuenta que al citar a D. Gerardo y su hijo Alvaro, pudiera entenderse que fueron fusilados los dos (+ +); el padre no fue fusilado, pero sufrió condena de cárcel de principio a fin de la guerra. Su primer apellido es Barge.
 2) De algunos se citan por el nombre de pila, pero sin apellidos. Y otros son identificados por los apodos o alias, etc.
 3) El apodado "Caravel" , figura citado en la relación de los 5 condenados a muerte con su nombre y  apellidos, Ernesto Ramos Méndez.

Nota de "La Región" referente a  Don Carlos Reino Caamaño


MI SECRETO MEJOR GUARDADO Y LA GUERRA CIVIL

Ese podría ser el título del acontecimiento, historia, que se inició al declinar aquella tarde. Del exterior llegaban a casa voces y fuertes pisadas como de una tropa en marcha desordenada. La tía Celsa corrió hacia la galería y yo la seguí, para poder contemplar como un cordón de Carabineros (pude ver al tío Manolo) y Guardias Civiles habían acordonado toda la manzana y se procedía al registro de todas las viviendas. Sonaron unos fuertes golpes en la puerta trasera de nuestra vivienda y mi tía, muy asustada, me cogió de la mano para acudir al lugar donde sonaban los golpes: miré a través de la ventana y pude ver en la escalera que conducía al huerto al ya citado "panadero", Antonio García, mientras un grupo de falangistas armados controlaba los huertos del vecindario. Abrí la puerta y cuando el hombre vio a mi señora tía, se hincó de rodillas y,  con sus manos puestas en oración  exclamó: "¡Señora Celsa, por Dios, sálveme que vienen  por mí!". Ella me ordenó abrir la puerta de acceso a las bodegas para que el vecino se escondiera allí. Cuando llegó a casa el tío Manolo, ya muy entrada la noche, comentó que la idea de los falangistas era capturar al panadero y que el registro no dio resultado porque ya estaría en Portugal. Cuando la tía le dijo que nuestra casa no la registraron, aseguró: "Los falangistas sabían que no era tan tonto como para buscar refugio en la casa donde vive una autoridad militar". Cuando a la mañana siguiente fui a la panadería, tía Celsa me encargó que le dijera a la esposa de nuestro refugiado que nosotros no sabíamos nada de nada; pero que podía pasar alimento y bebida a su marido por la gatera de la puerta. La tercera noche de aquel encierro la mujer nos indicó que podíamos abrir la puerta,  para permitir la fuga del marido hacia Portugal, dónde ya tenía pasaje para Brasil. Yo tomé la llave y abrí la puerta, tras la que ya esperaba el panadero. No pronunció ni una sola palabra, pero me dio dos palmaditas (unas caricias) en la cara y se coló en el patio de su casa. Dos días más tarde empezó a circular por el pueblo el comentario de que Antonio García, "el panadero", ya navegaba en alta mar rumbo a Brasil.

La gran manzana que comprende Plaza Mayor, Rúa Travesa, Rúa do Pozo y Rúa Viriato, fue acordonada por tropas de Carabineros y Guardia Civil al mando del Capután y Comandante Militar de la Plaza, Martín-Esperanza, mientras varias escuadras de falangistas registraban viviendas y sus dependencias; huertos y jardines, a la caza del miliciano Antonio García ³El Panadero², quién, sabiéndose perseguido, pidió auxilio y refugio en la vivienda del autor, que lo ocultó en una cuadra para la ceba de cerdos, en la que permaneció durante 3 días. Los números 1, 2 y 3 indican la situación de las viviendas: la 1 acupada por los padres de Antonio; en la 2 vivía él con su familia (ambas compartían patio común y huerto) y la 3, vivienda del autor, en la que pernoctaba su tío Manuel, carabinero, a las órdenes del ya citado Martín-Esperanza.

De nuevo la foto de la época de referencia muestra la vivienda del autor (número 3 del callejero) desde cuya galería fue testigo de muchos e importantes acontecimientos; a su izquierda (con el número 2 del callejero) parte del domicilio (un balcón y puerta de entrada) de Antonio García. Es curioso el puesto de venta de pan en plena calle, que no era único, porque entre otros tenía su puesto de venta Avelina, la mujer del tan citado, Antonio. Y esos puestos de venta de pan estaban en muy directa relación con un edificio de planta baja, muy avanzado para la época, y situado a la cabeza de la zona verde, exactamente frente a las viviendas 1, 2 y 3, en el que se establecieron las 6 carnicerías de la Villa.  


Yo mantenía cierta amistad,  por razón de vecindad y como compañeros de colegio, que habíamos sido, con el hermano del panadero, un año mayor que yo, por lo que con frecuencia nos poníamos en contacto de ventana a ventana nos llamábamos el uno al otro desde los patios colindantes. Corría la segunda quincena de octubre, cuando yo ya estaba tramando la fuga para incorporarme a los requetés en guerra, y se me ocurrió intercambiar un libro de aventuras con mi vecino. Penetré en el patio de su casa y le llamé; en un par de segundos pude ver como desaparecía tras los cristales del ventanal que se abría hacia el corredor de la casa, y recibía de lleno el sol del mediodía, el rostro inconfundible de Antonio. Si, como en un fulgurante flash, vi su rostro con todo detalle. Era él. Inmediatamente me responsabilicé de la situación en que me encontraba y comprendí que estaba obligado a guardar secreto. De mi discreción dependía la vida de aquel hombre, que tenía una esposa y dos hijas pequeñas. Ni la tía Celsa y menos el tío Manolo, nadie sabría nada de lo que había visto; tampoco diría nada a mis compañeros de fuga, con los que a los pocos días viajé hasta Ourense, para unirnos a otro grupo de requetés y salir en tren con dirección a Bilbao. Nuestro destino era el Tercio Oriamendi. Como quedó dicho, mis hermanos Antonio y Jesús, con otros jóvenes verinenses, pertenecían al grupo carlista que dirigía, con grado de Alférez de requetés, Ricardo Cid que salió con el grupo de los mayores, con ellos mi hermano Antonio, al Cristo Rey, y quedó al frente del Círculo el también requeté, hijo de un viejo militar carlista, Víctor (no recuerdo su apellido) que había causado baja en la carrera militar por un defecto en la vista, lo que no era obstáculo para instruir a los que se disponían a incorporarse, en su momento al frente, como era el caso de mi otro hermano, Jesús, que no tardó en alistarse en el Tercio Abárzuza, que operaba en el Alto de León. Yo figuraba como "Pelayo" con otro importante grupo de adolescentes, en espera de nuestra oportunidad, que compatibilizaba como monaguillo al servicio de la Parroquia. Pero allí quien "cortaba el bacalao", además de otras cosas, era la Falange. Disponían de un gran cuartel (cuartelillo le llamaban) en uno de los más emblemáticos edificios de la Villa. De la veintena, poco más o menos, que sumaban en vísperas del alzamiento, pasaron a multiplicarse por diez, pese a que, según relata el verinense, González Fuentes, en su libro "CALVO SOTELO Y LA ESPAÑA QUE SIGUE",  -"...se cometieron asesinatos por un grupo de jóvenes autotitulados  camisas viejas,  los famosos paseos del amanecer...". El autor, que podría citarlos por sus nombres y apellidos, sigue diciendo: "La situación era preocupante para todos los que estaban fichados como de izquierdas, optando la mayoría por afiliarse a la Falange, superando el drama, y muchos, para asegurarse más, lucieron con forzado entusiasmo la camisa azul, que no dejaba de ser una garantía para su seguridad personal".


En mi puesto de monaguillo pude ver las lágrimas de don Santiago, nuestro Párroco, tras recibir los insultos como testigo de la defensa, en el consejo de guerra a sus feligreses condenados a muerte. Y la llegada al atrio de la iglesia, en disciplinada formación, de una veintena de venerables ancianos de la izquierda, algunos tildados de masones, obligados a asistir a la Misa solemne de domingos y festivos. La situación era denigrante: los fichados eran obligados a presentarse en el cuartelillo falangista a determinada hora de la mañana para ser conducidos por un jefe de la milicia, atravesando calles y plaza de medio pueblo, hasta la iglesia. Pero a don Santiago no le gustaba tan humillante situación; el quería en misa a sus feligreses, no a un grupo de prisioneros. Un día se encaró con el jefe para hacérselo saber, con la advertencia de que no iniciaría la celebración de la Eucaristía con ningún grupo de prisioneros en el templo. Y se obró el milagro: el falangista, con su "tropa" formada en el atrio, dio la voz de rompan filas y se fue; el grupo ya libre, descompuesta la formación, unos tras otros, fueron penetrando en el templo.


Entre 20 y 25 verinenses pasaron a ocupar plaza de presos políticos en los Monasterios de Celanova y Oseira, habilitados como cárcel; los del segundo compartían una parte del edificio con el reformatorio. Y los de la izquierda más moderada, se vieron obligados a beber el cáliz de la purga de ricino. Fue muy sonado el caso de un muy conocido farmacéutico, al que, por ese título, le administraron doble ración. Del ricino tampoco se libró la dependienta, que ya había sufrido la afrenta del corte de pelo al cero, cuya cabeza rapada exhibía ella con orgullo. Caso parecido el de un comerciante de ultramarinos, quien apuró la purga en compañía de su empleada de hogar (que se dice ahora).  El hombre, muy mayor y delicado de salud, salió del cuartelillo en camilla y tardó tiempo en recuperarse. Con más ánimos salió su doméstica, de la que se contaba que, ingerido el amargo trago, preguntó a los que le administraron la pócima: "Que, ¿hay algo más que tomar?".  El arranque de ingenio y valor de la mujer, provocó las carcajadas de los purgadores. Dos hermanas, a las que yo había visto en una manifestación, en compañía de otras dos jóvenes, dando vivas al amor libre desde una camioneta (ninguna tenía novio conocido), abriendo la manifestación de recepción de los presos políticos de la comarca, amnistiados por la república, sufrieron los mismos castigos, mientras el padre y un hermano mayor fueron internados en una de las prisiones antes citadas. Y el pueblo empezó a vivir el tremendo drama de aquella guerra y a vestirse de luto,  para llorar los muertos que aparecían en las cunetas, los fusilados y el permanente goteo de los caídos en campaña.


En el libro antes citado al referirse a los "paseados", se cuenta que  "...al menos en Verín no alcanzaron los doce sacrificados..."  y se añade que  "...fueron fusiladas cinco personas a través de un consejo de guerra..." Tras diez meses (una eternidad de guerra) fui devuelto al seno familiar y el secreto que yo guardaba del hombre que se había salvado en mi casa, cobró rabiosa actualidad. La esposa de Antonio García, lucía una prominente barriga (era muy gruesa): estaba embarazada y la gente no le perdonaba que, encima de ser la esposa de un "rojo", estuviese preñada, sabe Dios de quien. Los más graves calificativos, las más gruesas palabrotas se escupían en su demacrado rostro. Y yo no podía gritar: "¡Es inocente! ¡Está embarazada de su marido! El panadero no está en el Brasil, porque nunca salió de su casa". Pero tenía que seguir con mi secreto en el alma; no podía salvar la honra de una mujer a cambio de la vida de un hombre, de su hombre y rogaba a Dios que pusiera pronto fin a tan injusta situación. Y nació una niña, la tercera del matrimonio... Y llegó el último Parte de Guerra: "...Cautivo y desarmado el enemigo..." Y también el famoso decreto de amnistía para  "...los que no tuvieran las manos manchadas en sangre..."  Aquella noche tuve un sueño feliz, en el que pude ver a Antonio García, "el Panadero", salir de su casa y recorrer todas las calles y plazas del pueblo, gritando, ante todo un vecindario avergonzado: "¡La niña es mía! ¡La niña es mía, mía...!, el sobrino de la señora Celsa, Pepiño, sabe que yo nunca salí de mi casa, porque él me vio".


LA POSTGUERRA 

Los primeros años de la postguerra fueron difíciles para todos, con la agravante añadida de la segunda guerra mundial. Se implantó el racionamiento y los más pobres pasaron hambre; en las zonas rurales no se pasaron tantas penurias por la disponibilidad de los recursos agrícolas. Pese a ello los pueblos y ciudades fueron, poco a poco, recuperando su pulso normal. Los balnearios de Verín que, como todos los balnearios habían iniciado su declive en la pre-guerra, cobraron un nuevo impulso y así, Cabreiroá, Fontenova y Sousas, reanudaron sus "temporadas de baños y tomas de agua", con atractivos festivales de bailes y fiestas, para diversión de unos y recreo de otros. Pero pronto empezó la exportación de las aguas minerales envasadas y las empresas balnearias, sin despreciar a los agüistas más recalcitrantes, optaron por la industrialización de las aguas minero-medicinales. Y de los tres hoteles de gran lujo y capacidad,   Hotel Dos Naciones, Hotel Salgado y Gran Hotel Cabreiroá, se conservan, como reliquias de un pasado esplendoroso sus edificios de líneas clásicas.

La imagen que conservaba en mi memoria, de un conocido vecino, que se dedicaba al comercio, portando la bandera republicana en las conmemoraciones de la llegada de la república cada 14 de abril, se reprodujo con la llegada del Alzamiento, en la que pude verlo presidiendo desfiles portando la bandera falangista. El hombre que con la bandera republicana me parecía muy alto, con la nueva bandera me pareció más pequeño.


Surgieron dos partidas de guerrilleros que operaban en la comarca. La mayoría eran personas conocidas que se habían ocultado en las montañas, al iniciarse la guerra. Se les denominaba como atracadores, dado que, salvo dos  personas que asesinaron (hasta donde yo conozco) lo suyo eran los atracos a personas pudientes en la zona rural, en operaciones nocturnas. Resultó muy sonado el atraco perpetrado a un autobús de la línea regular Verín-Ourense en el puerto de As Estivadas, desvalijando de equipajes, dinero y joyas a todos los viajeros, incluido un miembro de la policía secreta, de la plantilla de Verín, que viajaba en el referido autobús. Esas partidas terminaron  por ser eliminadas, siendo muy sangrienta la que resultó cercada en un pueblecito portugués, muy próximo a la frontera, en la que prestaron su colaboración las autoridades del país vecino.  Un numeroso grupo de guerrilleros bercianos se presentó una noche en Villaza, un pueblo próximo a Verín, lo cercaron, una pareja entró en el domicilio de un  muy conocido falangista del que se decía que había cometido asesinatos en El Bierzo vestido con la camisa azul; lo sacaron del domicilio y lo ejecutaron en medio de la plaza del pueblo.

 

La foto tomada en la escalinata de acceso a las instalaciones deportivas y patio de recreo, del que fue Colegio de los Hermanos de La Salle, de Verín, hoy Casa de Cultura, procede de los archivos de D. Luis Sabariz Nieves, que me la envió con la siguiente leyenda:

"Te adjunto fotografía del año 1951 de la Congregación de Mª Inmaculada, en la que apareces tú en primera línea a la derecha".
 

El franquismo para mi pasó sin pena ni gloria. Tampoco me gustaba meterme en la salsa del Movimiento Nacional. Sí, me dedique a la creación de asociaciones de tipo cultural y beneficencia, y a vivir plenamente la vida que tenía por delante. Existían en el Verín de aquel tiempo tres salas de cine y otras tantas salas de fiestas, en las que se presentaban espectáculos de variedades y se bailaba. Se frecuentaba la ciudad portuguesa de Chaves, que está a muy pocos Kms. También se viajaba a Orense y Vigo, donde los medios de diversión eran muy superiores, especialmente en Vigo, donde el intenso tráfico portuario permitía el mantenimiento de media docena de cabarets de auténtico lujo, el "no va más" de los años 40 y 50. La prostitución se mantuvo legalizada hasta el 57, lo que suponía una garantía de salubridad, ya que todas las mujeres que se dedicaban al "oficio más antiguo del mundo", estaban controladas sanitariamente con su correspondiente cartilla, que las obligaba a realizar, gratuitamente, reconocimientos periódicos. Las preferencias de viajar a Vigo estaban, también, motivadas por (o se ponía como pretexto) el fútbol. Hoy ese viaje desde Verín, por la Autovía Rías Baixas, puede realizarse en muy poco más de una hora; en la época de referencia eran tres horas y media.

 

UNA MUESTRA, EL BAILE

No voy a referirme a la famosa comedia de Edgar Neville, aun que haga coincidir el título de mi trabajo. Aquí voy a recordar los tiempos en los que nuestro famoso escritor, don Alfredo Conde, no aprendió a bailar, según relata QUEN CHO DIXO en su cotidiano "Sabe Vd...²" de nuestro diario, aparecido el pasado día 11, al referirse a unas confesiones del leído autor a "El Pueblo Gallego". Parece ser que don Alfredo Conde siente la frustración de no haber aprendido a bailar y culpa de ello a monseñor Temiño. Y es que monseñor por aquello de que "entre santa y santo pared de cal y canto", puso coto al baile y a los coros mixtos, a los que no permitía cantar en las iglesias, y a las bandas de música tocar en procesiones y romerías. Pero se bailaba. Bailaba todo el mundo en el Verín de aquel tiempo, en las denominadas "salas de fiestas", siempre muy concurridas y animadas, además de la que en Pazos regentaba "El Fona", con orquestina propia que él mismo dirigía. ¿Y los "guateques"? (Pido perdón si no escribo esa palabra correctamente) ¿Quien no concurrió a uno o dos "guateques" en una misma tarde, dos o tras veces por semana? Otra cosa era la intención de pecar bailando. Las chicas habían desarrollado una técnica para evitar la tentación, que consistía en poner en el pecho del hombre, a modo de freno, la mano que deberían utilizar para el abrazo del baile y poder regular, así,  la distancia de la aproximación.


Se organizaban bailes en los salones del "Aurora", "La Peña" y en el Casino, en reñida competencia, que se iniciaban las  noches de Fin de Año para seguir con los de San Manuel (1º de año), San Antón, Las Candelas, San Blas; los Jueves de Comadres y Compadres, Domingo de Corredoiro y los tres días del Carnaval, para culminar, ya en plena Cuaresma, con el gran baile del Domingo de Piñata.


Contaba aquel entusiasta hijo de Verín, Aurelio Pérez G. Sabugo, que para pecar contra el sexto valía cualquier escenario: un salón de baile o un velatorio; la última fila de butacas de un cine o el último banco de una iglesia. No valía, por tanto, el consejo de "evitar las ocasiones". Porque la ocasión podía estar, incluso, en una sacristía o en un confesionario, con rejilla interpuesta. Aquellos velatorios domiciliarios, que duraban desde la puesta de sol hasta las primeras luces de la mañana siguiente, en los que se servían varias rondas de licor café y galletas para pasar el mal trago. (Una muy conocida plañidera clamaba entre sollozos, mientras en su mano sostenía una copa: "Tragos estes..."). Y también en Verín fue muy famoso un noviazgo de confesionario, que terminó en pareja de hecho entre una adinerada viuda y un sacerdote del clero regular, orador de prestigio, que había sido requerido por los PP. Mercedarios para la predicación de un novenario en honor de Nuestra Señora de la Merced. Feliz unión de una pareja con resultado ejemplar.

Ocurría también que algunos curas calificaban los pecados según la "anchura de su manga". Un anciano sacerdote que ejercía de capellán en el Asilo, tenía fama de duro y su "clientela" era muy escasa; por contra, ante el confesionario de don Emilio, coadjutor de la Parroquia, siempre había cola. Ambos eran requeridos por los HH. del Colegio La Salle para las confesiones de los alumnos que seguían, o seguíamos los Primeros Viernes de Mes. Y mientras el del Asilo  veía arder almas en las llamas del Infierno, don Emilio, que aconsejaba en gallego, aliviaba tu conciencia con un: "Solo son pecadiños e Dios levarate o Ceo". Al bueno de don Emilio se le denominaba cariñosamente "O Pecadiños". Como Dios, el nuestro y el de los otros, es sumamente misericordioso, perdonará los pecados del baile y entenderá, con el bueno de don Emilio,  que nuestras debilidades "solo son pecadiños".

NOTA: Este artículo apareció publicado con mi firma en "La Región" de Ourense el día 20-01-2002

A MODO DE EPÍLOGO UNA HISTORIA MAL CONTADA

Quiero referirme a la historia que hace nuestro periódico del pasado día 18, en el apartado "Hace 50 años", bajo el título -con fotografías incluídas- "Tiempo de inauguraciones". A pie de foto se citan las habidas en Vilaza y se cuenta: "...Se inauguró el hermoso parque que lleva el nombre del cacique de la comarca, y alcalde, don Edesio Fuentes..."


Don Edesio Fuentes nunca fue alcalde de Vilaza; si lo ha sido de Verín durante los difíciles años de la postguerra, desde noviembre del 42 hasta mayo del 53. Y cacique no lo ha sido nunca, ni antes, ni durante, ni después de su mandato como regidor local. Ha sido falangista sano que vivió sus ideales convencido, equivocado o no, de que eran los que convenía a España. Hay que recordar que los nombramientos de alcaldes durante los años de la trágica guerra civil y posteriores hasta el mandato del señor Fuentes, eran de designación gubernativa. Pero es de justicia reconocer que Verín ha salido bien parado de los que le tocó en suerte.
Quiero dejar muy claro que todos los que han sido alcaldes de Verín, en tan difíciles tiempos, han sido buenos para el pueblo y para sus gentes. Y a todos les cupo el gran honor de haber respetado los entrañables y añejos nombres de sus calles y plazas. La gran diferencia entre mi pueblo y los demás pueblos y ciudades de España, es que en Verín nunca existió una avenida del Generalísimo Franco, ni una Plaza del Caudillo, ni una calle de José Antonio. Yo dejé Verín a finales del 57 y sus calles y plazas mantenían -y mantienen- los nombres que aprendí a leer en la infancia: Calle Mayor, Avenida de Luis Espada, Plaza de García Barbón, Calle de la Cruz, Plaza Mayor; calles de Viriato, Emilio Carrere, Amaro Refojo... y tantas y tantas otras.
Si la memoria no me falla, sitúo a Edesio Fuentes al final de la guerra civil, como responsable del Instituto Nacional de Previsión, cuando  "...cautivo y desarmado el ejército rojo...", se constituyó en desinteresado y abnegado avalista de muchos verinenses que combatieron en aquel ejército, y que se hallaban internados en campos de concentración. Tengo constancia -y algunos de los liberados viven- de sendos viajes que el Sr. Fuentes hizo a los campos de concentración de Miranda de Ebro, en Burgos y Camposancos, en Pontevedra, para regresar a Verín con los prisioneros, portando sus correspondientes actas de libertad. Tildar de cacique a Edesio Fuentes es un solemne disparate. No lo ha sido cuando no tenía poder político, para salvar de la muerte a sus primos carnales más queridos, Ramón, Manolo y Emilio. El primero condenado a muerte en Consejo de Guerra y fusilado, y los otros dos asesinados en un macabro "paseo" nocturno, en tierras de Celanova. No fue un cacique entonces, ni lo ha sido después -ya con alto poder político-, para vengarse de los "valientes" combatientes que hicieron su guerra sucia emboscados en la retaguardia.

Este artículo apareció publicado con mi firma en "La Región" (Ourense) del 30-07-2000.
NOTA: Donde dice "...del pasado día 18" quiere referirse al mismo mes y año de la fecha en que se publicó este relato.

Xinzo de Limia, a 1 de octubre de 2002


Mujeres al Servicio de España: Inauguración del Taller de Verín.

(Crónica de La Región: 13.02.1937).

 

            El domingo tuvo lugar la inauguración oficial y bendición de los "Talleres de las Mujeres al Servicio de España" de Verín.

            Con tal motivo se trasladaron a aquella villa el jefe de los de Orense, Señor Fernández España, la secretaria de la directiva orensana, señorita Maruja Quiroga y el secretario de la Organización señor Fernández Gallego. Fueron también la señora de España, el señor Diéguez Novoa y la suya y el ingeniero señor Viudas.

            Después de almorzar en el Hotel Salgado y de visitar el Hospital Militar, instalado en el Gran Hotel del Balneario de Cabreiroá, se dirigieron al local en donde se habilitaron los talleres, que es el comedor de verano del Hotel Salgado.

            Una efigie del Sagrado Corazón de Jesús, teniendo como fondo la bandera española, preside la sala. En lugar preferente, un retrato del generalísimo Franco.

            A las cuatro, hora señalada para la bendición, estaba el espacioso local lleno de gente. Allí vimos al Alcalde y Comandante Militar don Ramón Vázquez, juez de Instrucción, don Gervasio Méndez, juez Municipal don Eulogio Gómez Diz, jefe de Policía señor Cartón, párroco don Santiago Rodríguez, director de las Escuelas de la Doctrina  Cristiana, comandante del puesto de la Benemérita señor Catalina, jefe accidental de los Caballeros de Santiago don Antonio Mateo, jefe de Falange Juan Reigada, y secretario P. Mercedario Jesús Lorenzo, jefe de los Requetés, don Fernando Miñambres, presidenta de Acción Femenina, doña Isabel Velasco, tesorera, doña Araceli Romero y vicetesorera, doña Herminia Barros, presidenta de la Juventud Católica señorita Encarnación Tabeada y tesorera señorita Julia Tresguerras, una representación oficial de Falange Femenina formada por las señoritas Porota Pascual, Adelia Gómez, Emilia Besteiro y Emilia y Avelina Guerra; otra de las Margaritas, integrada por las señoritas Mercedes Velasco, Presidenta, Dolores Cid Toubes, secretaria, Jesusa Ovelleiro, María Luisa Barjacoba y Asunción Nieves.

            Estaban también la Directiva de la sección verinense de las “Mujeres al Servicio de España” doña Delfina Ruiz de Ausín, de Miñambres, Presidenta y doña Herminia Barros de Mascareñas, y las señoritas de Tresguerras, Ovelleiro, Orero y Guerra.

            El párroco señor Rodríguez, bendijo el Taller y, seguidamente el capitán señor Fernández España dirigió breves palabras a la concurrencia, a la que saludó. Dio las gracias, en nombre del Gobernador militar a las damas y señoritas que, con tanto entusiasmo, han secundado su iniciativa de desarrollar en Orense la benemérita institución de las "Mujeres al servicio de España". Espera que Verín responda a su tradicional ejecutoría de patriotismo y sacrificio. Acentuó la necesidad de ayudar a la vanguardia con estas eficacísimas organizaciones de retaguardia y terminó alentando y animando a todas para sacar a los talleres el máximo rendimiento.

            Después habló el párroco de Verín, que empezó glosando aquellas dos palabras que preceden al sacrificio de la misa: "Sursum corda". Fue también preciso, al ver el camino que en estos últimos tiempos llevábamos, gritar: ¡Arriba España! ¡Arriba los corazones! Y a ese grito, la juventud primero y la nación entera después se agrupó (sic) en torno al Caudillo.

            Dice que ha llegado la hora de que la mujer participe en el sacrificio que la vanguardia se está imponiendo, para tener derecho a tomar parte, en las horas jubilosas del triunfo. Y esta participación la tiene colaborando en talleres como el que acaba de inaugurarse, al amparo del Sagrado Corazón y presididos por el Generalísimo, empujados por estos dos grandes ideales de Religión y Patria.

            Pondera la importancia de la labor que allí se va a realizar, haciéndoles ver que el merecimiento se tasa por el sacrificio. Las recomienda asiduidad y constancia, calificando de traidora a quién, por una pasajera distracción, niegue su concurrencia al taller. No basta decir ¡Arriba España!, es preciso que este grito lleve la eficiencia y la eficacia que solo el esfuerzo y el sacrificio dan. Termina vitoreando a España, al Ejército, a Franco y a Cristo Rey. Fue muy aplaudido.

            Después fueron espléndidamente obsequiados los excursionista por la Directiva verinense.

 

                                                           Crónica facilitada por Edelmiro Martínez Cerrédelo


 

VERIN: Acto conmovedor en la prisión de esta villa

(Publicada en La Región el 4 de febrero de 1937, firmada por R.T.)

 

            El pasado jueves, en el acto que tuvo lugar en la prisión de esta villa, hombres de carácter recto tuvieron que enjugar sus ojos de lágrimas. La emoción se adueñó de los espíritus y aquel día, cuyo recuerdo nos seguirá siempre en la ruta de nuestra vida, nuestras almas y las de los recluidos se purificaron con el llanto acercándose a Dios.

            La génesis de acto tan trascendental tuvo su origen en el ingreso en esta prisión de una mujer cuyas ideas extremistas en pugna con los principios básicos de la Religión y de la Patria la alejaron de Dios y de la sociedad.

            El culto jefe del establecimiento penitenciario, don Alfredo Vila Barros, en unión de la directiva de la Juventud Católica femenina de esta localidad, dirigió sus esfuerzos por la senda de la caridad, al objeto de conseguir que una niña, nacida de la extraviada mujer, en una celda carcelaria y ésta fuesen auxiliadas debidamente. Y el pueblo altruista y siempre humanitario respondió con largueza a tal llamamiento. Extendiese la acción de tan benemérito funcionario y distinguidas señoritas a una labor de persuasión, argumentada sólida y cristianamente, encaminada a lograr que la neófita recibiese las aguas bautismales. Y esa labor llevada a cabo con tesón y cariño dio óptimos frutos: La hija de la reclusa entró en el seno de la Iglesia. Julita Tresguerras. Tesorera de la Juventud Católica.

            Y a los pocos días, Enriqueta Iglesias Meana[1], que éste es el nombre de la reclusa, quiso lavar sus culpas ante el Altísimo y pidió la confesión.

            Fue el 28 de enero, cuando los 23 encarcelados en la prisión de Verín oyeron fervorosamente la primera misa que después de seis años se celebró en nuestro establecimiento penitenciario, comulgando todos en ella con unción evangélica. Ofició en el Santo Sacrificio nuestro prestigioso párroco Dr. D. Santiago Rodríguez, ayudado por los detenidos don Indalecio Pazos y don Ramiro Isla. Durante la misa, a la que asistieron las Autoridades presididas por el digno Comandante Militar de esta plaza, el elemento oficial y numeroso público, un coro de encantadoras señoritas cantó sentidísimas plegarias. Al final nuestro venerable y culto párroco pronunció una plática sublime plena de emoción.

            En párrafos bellísimos desarrolló conceptos relativos a la hora de prueba y tribulación de un fondo sencillamente admirable. Fue un discurso perfecto de forma y concepción.

            Las encantadoras señoritas Jesusa Ovelleiro, Esther Otero, Julita Tresguerras, María del Carmen Argiz y Encarnación Taboada que con exquisito gusto arreglaron la capilla de la cárcel, sirvieron después a la población penal un suculento desayuno.

            Los presos hicieron ante el señor Comandante Militar protestas de arrepentimiento y acendrado patriotismo.

            No queremos cerrar estas líneas sin enviar nuestros plácemes sinceros a cuantos han cooperado a realizar tan trascendental acto.

Copia facilitada por Edelmiro Martínez Cerredelo

 


[1] Enriqueta Iglesias Meana “La Camarada”, compañera de Benigno Álvarez, veterinario de Maceda, Jefe del Partido comunista orensano.

 


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