DON EDUARDO BUSTINDUI GUTIÉRREZ-SOLANA
¡MI CAPITÁN BUSTINDUI!
Lo mejor de las medallas del Capitán Bustindui, es
indudablemente su carné de identidad, donde podemos apreciar la evidencia de la
bala que lo hirió por la espalda y le salió por el lado derecho del pecho, donde
guardaba este junto con el Devocionario del Requeté.
Dicha herida perforó el pulmón del Capitán.
Julio Aróstegui en "LOS COMBATIENTES CARLISTAS EN LA LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
1936-1939, tomo II, página 50, al referirse a la fundación de las 4 Compañías
del Tercio Oriamendi, escribe: La 1ª lo fue por los oficiales del Requeté Bustinduy, Carrere y Arturo de Diego.
Yo añado que Bustindui mandó la 1ª Compañía de principio a fin de la guerra,
siempre con el grado de Capitán.
Luís Fabian Vázquez en RIESGO Y VENTURA DE LOS TERCIOS DE REQUETÉS, página 178,
escribe: "El Primer Requeté (1ª Compañía) , casi en su totalidad integrado por
donostiarras, llevó el nombre de Nuestra Señora del Coro y fue organizado por su
primer Capitan, Bustinduy, al que ayudaron los Carrere, de Diego y algún otro.
Y en la página 182, escribe: Asesores militares del mando de la Primera Compañía
lo fueron los Capitanes Ponce de León, De Isusi y Esteban; Su Jefe nato,
Bustinduy, conservó este mando hasta el final de la Cruzada.
Javier Nagore Yárnoz en ¡GURE BANDERÁ, ESPAÑA' REN! (Nuestra Bandera, ¡he aquí
España!), página 11, escribe: Cuatro compañías de fusiles, una de
ametralladoras y morteros mandadas por tres capitanes de requetés (Bustinduy,
Carrere y Altuna) y un teniente del Ejército, (Ibáñez)., bajo el mando del
Comandante Guijosa, con su Plana Mayor y el Capellan Luís María
Inchaurriomendieta.
Y en la página 17, copia unas declaraciones del Teniente General Adolfo Esteban
Ascensión (Cruz Laureada Individual) en las que, entre otras cosas, dice: Apenas transcurridas 24 horas
de mi incorporación [al Tercio Oriamendi] recibí la visita de unas Margaritas
que, tras saludarme, me encasquetaron una boina roja, con las estrellas bordadas
de capitán y la vestimenta completa de requeté. Al evacuarme, herido, de las
Piedras de Aolo pude verlas en el puesto de socorro cargando los ataúdes de
madera de pino para llevárselos a los pueblos de los navarros y vascos caídos
del Tercio Oriamendi. ¡Vaya tesoros, Madre de Dios!, me dije al contemplar el
trabajo de aquellas muchachas. Tuve la sensación de que eran seres superiores a
los demás. Recuerdo también a los oficiales con la flor de lis que tan grato me
hicieron el mando en el tiempo que estuve en el Oriamendi: los Bustinduy,
Carrere, Altuna y otros que ya no recuerdo...
Sr. Director de "El Mundo":
Sigue con nosotros D. Eduardo Bustindui, Capitán de Requetés del Tercio de
Oriamendi.
En el OBITUARIO publicado en su número del martes, 25 del actual, con el título
Una vida dedicada a Navarra, y referida al fallecimiento de D. Jaime del Burgo
Torres, se cuenta, entre otras cosas y de modo destacado que....era el último
capitán de requetés vivo de la Guerra Civil...
Al respecto, me siento obligado a informar a sus lectores (entre los que me
cuento) de que yo mantengo relaciones a través de Internet y también por vía
telefónica y postal con el capitán D. Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana, que
mandó la lª Compañía del Tercio de Requetés Oriamendi. Puedo demostrar con documentos que
sigue vivo, con residencia en México. Tengo su teléfono.
dirección postal y coreo electrónico. Copio aquí el fragmento de un escrito que
me hizo llegar uno de sus nietos, porque considero que su contenido tiene un
interesante valor histórico:
... Por cierto la información que escribiste en Internet se la imprimí a mi
abuelo y estaba encantado pues como verás hay una parte de la guerra que se
perdió cuando fue herido en "la muela" en Teruel, por lo que tuvo que ser
internado en el hospital como por 3 meses y donde por cierto conoció a mi "amatxo", mi abuela (fallecida el año pasado)...
José Alvarez Limia
Pocos días después de la carta que antecede
me llegó otro correo que,
entre otras cosas, dice:
"... Por otra parte te queremos dar una enorme felicitación de parte de toda la
familia ya que haces uso de esta formidable tecnología, pues son pocas
personas que a edad avanzada aprenden a usarla.....
Te doy los datos de mi abuelo por si algún día le quieres escribir o
hablar por teléfono, bueno aunque con gusto le pudieras escribir aquí y yo
se lo imprimo. De todos modos para que tengas sus datos.
Mi estimadísimo Amigo:
Es un honor y un placer volver a entablar relación. Por supuesto que no tienes
que pedir permiso para mandarle información al Capitán. De echo te lo
agradeceríamos mucho toda la familia. El abuelo, gracias a dios, goza de
perfecta salud física y mental. Todos los días se va manejando, a sus 93 años de
edad (fecha de nacimiento 15 de octubre de 1912), al club donde levanta pesas,
pues ya no le gusta nadar. Y últimamente está muy contento porque lo operaron de
los ojos con laser, y ahora puede retomar su lectura con el mismo afán que
siempre.
Una disculpa por no haberte mandado las fotos. Te prometo que hoy mismo le tomo
fotos a mi abuelo, a sus medallas y te mando las fotos que pueda encontrar sobre
la guerra.
Te mando un fuerte abrazo y te agradezco compartas con mi abuelo toda
información.
Atte. Iñigo Puente Bustindui
ALGUNAS CONDECORACIONES DEL CAPITÁN BUSTINDUI
Medalla del Sufrimiento por la Patria. Se la
Concedieron por la Grave Herida de la Batalla de Teruell.
Cruz Alemana de tercera clase de
espadas: Se la concedieron los Alemanes al final de la guerra al mejor
Oficial de Batallón.
Dos Cruces Rojas al Mérito Militar
Tres Cruces de Guerra al Mérito en Campaña
Medalla de la Campaña
Relato del Capitán Bustindui a su Nieto Iñigo
La primera Compañía del
Tercio de Oriamendi, en rápido y valiente avance de sus requetés, empieza a ocupar
las trincheras de La Muela. El Capitán Bustindui (mi Abuelo) al frente de su
Compañía y al mando directo de una Sección, cuando va a comprobar qué había pasado con las
otras dos secciones ve venir a uno de sus sargentos con dos prisioneros rojos.
El Capitán los custodia pistola en mano y en la acción de conducirlos a segunda
línea de combate, con los dos prisioneros por
delante, el enemigo les localiza y empieza a disparar con máquina ametralladora desde sus trincheras.
El Capitán ve pasar las balas muy cerca no dándole tiempo de buscar abrigo y de
pronto siente un tablazo en la espalda (una bala le alcanzó por la espalda y le
salió por el lado derecho del pecho). Sigue
caminando 30 ó 40 metros donde se desploma al suelo. De inmediato llegan los camilleros a socorrerlo. Lo llevan al
puesto de primeros auxilios del frente y de allí al Hospital de línea donde pasa 8 días viendo morir a muchos
compañeros del Ejercito Nacional por diversas
heridas; algunos de ellos con heridas en el abdomen o en el pecho, no les daba
tiempo a los Doctores de Sanidad para operarlos con la rapidez suficiente para salvarlos y
otros morían congelados, pues hacía mucho frío y estaba todo nevado.
Posteriormente lo transportan, en ambulancia, al Colegio del Sagrado Corazón de
Zaragoza que servía como Hospital de Sangre, donde permanece un par de semanas.
No lo dejaban acostarse, tenía que estar sentado para que pudiera recuperarse
del pulmón. Transcurridas estas dos semanas, otra ambulancia lo transporta a
Pamplona donde, en el transcurso del traslado, la ambulancia cae en un bache y
siente que la sangre le escurre por la espalda, le dice al asistente que revise
su espalda pero estaba seco pues la hemorragia era interna. El traslado lo hacía
junto con otros cuatro heridos que tenían balazos en
diversas partes del cuerpo y cuando cae la ambulancia en el bache, dice mi abuelo, que
los pobres no paraban de dar gritos de dolor y el Capitán, que ya empezaba a poder hablar
normal, se queda de nuevo sin voz. En Pamplona le aplican una pleuracentesis
para extraer la sangre y líquido del pulmón y le recetan el Brontosil, primeras
sulfas que se empiezan a utilizar.
EL CAPITÁN BUSTINDUI EN EL ESCAPE DEL FUERTE DE GUADALUPE
Relato de D. Eduardo a su Nieto Iñigo
Agosto de 1936, los militares apunto de sublevarse. Corrían rumores que los del sur, en África se empezaban a sublevar. En San Sebastián tenían que esperar, los requetés, a que los militares de la guarnición se sublevaran. El Capitán Bustindui, de acuerdo con los Comandantes de la Guarnición, espera la sublevación repartiendo su compañía en tres iglesias, una sección en cada iglesia. Al Capitán le toca en el Buen Pastor. Al ver que la tropa no se sublevaba, manda a sus secciones retirarse a Navarra, pero Bustindui se queda esperando en San Sebastián de acuerdo a las órdenes recibidas. Se va a la casa de un señor carlista, esperando algunos días. La tropa se arrepiente y no lleva a cabo la sublevación tan esperada, sino que se entregan esperando salir ilesos, pero su cobardía les cuesta la vida, pues los encarcelan y un buen día los anarquistas se presentan y ametrallan a los 50 oficiales de la guarnición.
El 15 de Agosto de 1936, el Capitán Bustindui se encuentra aún en la casa del señor Carlista recibiendo el viático, cuando entran los rojos. En la casa vivía un requeté madrileño que se había retirado a Madrid, pero su ropa estaba ahí. Los rojos revisan las cosas del requeté. Con esto los Rojos se ponen más agresivos y se empiezan a meter con la Señora de la casa, el Capitán se da cuenta que están agrediendo a las Señora y que la quieren desnudar, y se entrega para salvarla diciendo: “Hagan favor de dejar a la Señora, yo soy Eduardo Bustindui”. Los rojos, conocedores de que un Bustindui estaba inmiscuido en los planes de sublevación lo detienen llevándolo primeramente a la Checa que estaba en teléfonos, donde los sacan para darles un paseo por el monte Higueldo, el abuelo sabiendo en qué consistían esos paseos creyó ver la muerte. Pero los rojos deciden llevarlo a la checa de Bellas-artes, atrás del buen pastor. En esa checa el abuelo oye una voz andaluza abogando por ellos para que no les dieran el paseo mortal. De ahí los pasan, a Bustindui y a otros dos, a la cárcel de San Sebastián, donde encierran al Capitán solo en una celda.
De la cárcel es transportado junto con muchos otros, al Fuerte de Guadalupe. Entre los demás prisioneros se encontraba Churruca, jefe de migueletes, quien se hace gran amigo del abuelo y lo adopta como hijo, en ese corto tiempo, pues Churruca había perdido a un hijo, amigo de mi abuelo, que había sido guardia marino y había muerto un año antes de la guerra de una tifoidea. El caso es que los meten en un camión atados de las manos con un hilo que les cortaba la carne y los trasladan al Fuerte de Guadalupe. Al cabo de unas semanas, por ahí del 2 de septiembre de 1936, los requetés llegaban a las inmediaciones del Fuerte, los rojos enardecidos llaman a Maura (comediógrafo y columnista de ABC, hermano del Duque de Maura) quien besa una estampa, y el capitán que se encontraba a su lado, pensando que besaba una estampa religiosa se percata de que era una fotografía de Alfonso XIII (este dato histórico sólo el abuelo lo vio); Maura camina a hacia fuera y a penas pasa la puerta, lo ametrallan al instante sin llevarlo al lugar donde acostumbraban fusilar a la gente, que era en la parte de arriba de las celda donde se encontraban. Dos días después, los requetés habían tomado ya San Marcial, así que los rojos los forman en fila y empiezan a llamar a la gente mayor: Joaquín Beunza, Sánchez-Barcaiztegui, Churruca, Elosegui, Don Miguel (párroco de Fuenterrabía) y otros dos más que no recuerda bien mi abuelo. El Capitán pensaba que se llevaban a la gente mayor porque iban a fusilar a los jóvenes, pero fue al revés. Llevan a los señores a un patio en la parte de arriba y los fusilan.
Abajo, los jóvenes empiezan a oír la ráfaga de balazos y empiezan a caer los casquillos al patio donde se encontraban el Capitán Bustindui y los demás prisioneros en formación. Dice mi abuelo que, instintivamente, se empezaron a echar al piso como fichas de dominó porque pensaban que estaban disparando contra ellos, menos mi abuelo y Sánchez-Barcáztegui hijo que estaba a su lado, quienes permanecieron de pie; dice el abuelo que no es porque fuera valiente, sino porque su padre le enseñó de chico a no apartar la vista del toro cuando estuviera en peligro. Dios los protegió nuevamente y no quiso llevarse a Bustindui ni a los otros 200(aproximadamente) prisioneros.
Al día siguiente, 5 de septiembre de 1936, todos los prisioneros encontrábanse rezando el rosario como de costumbre, cuando empieza a correr el rumor, en la celda, de que un rojo se iba a cambiar de bando y los iba a liberar. Dicho y echo, un socialista les abre la puerta y les dice: ¡váyanse!, ¡váyanse!, ¡Por el Foso!, ¡Por el foso!. Bustindui, desconfiado, pensando que los iban a ametrallar, se queda en la celda junto con otro prisionero que estaba tirado en el piso con un ataque de histeria. El Capitán le dice que se levante que se están yendo todos, pero aquel infeliz no se podía mover, por fin se quedan solos y Bustindui le dice: - bueno te quedas porque yo me voy -, y en cuanto oyó esto el histérico, se levantó insofacto y se echó a correr. Se meten por un túnel que desembocaba a un foso.
Cuando sale del túnel mi abuelo, dice que fue la primera vez que vio el terror de la gente, estaban todos los demás prisioneros amontonados tratando de brincar la alambrada del foso, desgarrándose la ropa y la piel. Mi abuelo espera a todos los demás a pasar la alambrada y pasa tranquilamente sin desgarrarse la ropa. Salen de la almabrada y los rojos se percatan del escape, así que voltean las ametralladoras y les empiezan a disparar, aunque ya estaban a larga distancia, pero el Capitán corre en zig-zag para no ser alcanzado por las balas. Al parecer los rojos los esperaban por la parte de adelante para ametrallarlos pero gracias al rojo que se apiadó de los prisioneros, éstos se fueron por detrás salvándose, otra vez, de la muerte.
Mi abuelo se separa del grupo con otros tres para no caer en la línea de los rojos que se estaban retirando. Se van a un castillo que era una casa que tenían los Gaskue, a quienes conocía bien el Capitán. En la casa de los Gaskue, los caseros les dan quesos y comida y siguen su camino. En el camino encuentran a 4 caseros, les dicen su historia y estos, no dudando de la veracidad de su relato, puesto que estaban todos rapados, les dan unos estrobos. Se bajan al mar donde había un bote que no tenía remos. Recuerda el abuelo que esa parte ha cambiado pues en ese entonces donde tomaron la lancha, ahora es playa, pero en ese tiempo llegaba el mar hasta ahí. Una mujer los ve y les da los remos. Ese día de septiembre, en Fuenterrabía, el mar estaba muy picado y con unas olas enormes. Colocan los estrobos y empiezan a remar rumbo a Hendaya, Francia. En plena mar ven unos barcos de vapor de los rojos, Bustindui le dice a uno de sus compañeros que se quitara la chaqueta para que le vieran la camisa roja que traía debajo y pensaran que eran rojos. Gracias a Dios no los ven y siguen remando. Uno de sus compañeros, Vidaur, no sabía nadar. En eso una de las olas enormes voltea el bote. Cuando sale a la superficie el Capitán ve el bote volteado y arriba Vidaur, el que no sabía nadar. Le dicen a mi abuelo: “Oye Bustindui tu eres el que más nadas vete a la orilla a pedir ayuda”. El Capitán se quita la ropa, se queda en calzoncillos y en camiseta, enreda su rosario en la mano y se echa a nadar rumbo a la orilla francesa, varios kilómetros puesto que se habían adentrado en el mar para no ser visto por los barcos enemigos. Durante el trayecto sintió 3 veces hundirse, el heroico Capitán sentía quedarse sin fuerzas, sólo el recordar que tenía que salvar a sus compañeros le da fuerzas para seguir adelante, pues si en ese momento flaqueaba no sólo él moría, sino también sus compañeros. La tercera vez que siente ahogarse, las olas ya reventándole encima, se empieza a undir y, como obra del espíritu santo, toca la arena en el fondo. Así que Bustindui, envalentonado empieza a tomar champas, como buen surfista donostierra, para ayudarse de las olas y así llega hasta la playa.
En la playa, la gente de derechas, sabedores de que había una lancha en el mar que se aproximaba, habían volteado los carros hacia el mar con las luces encendidas, pues empezaba a oscurecer. Ven al Capitán saliendo exhausto en calzoncillos y en camiseta como un atleta olímpico. Y al primero que ve Bustindui es a un amigo de sus hermanos, Galdoz, quien se acerca a él y apenas lo reconoce por lo rapado de la cabeza. Lo tapan con una manta y lo llevan a una casa donde, recuerda cómicamente el abuelo, le ponen un camisón de señora. El cuarto se llena de gente, y empiezan a preguntar por personas, de repente se oían gritos de lamento de señoras a lo lejos cuando les informaba que habían fusilado por quien preguntaban. Recibe noticias, de que los otros muchos prisioneros que habían escapado se habían metido en una iglesia y habían visto pasar a los rojos, y cuando salieron se encontraron ya con la tropa y con los requetés. Para entonces empiezan a pasar los comunicados de cierre de la frontera. A los dos días sale el Capitán, con un traje prestado, para Pamplona donde se incorpora en la junta Carlista. Le dan el grado de Sargento de Montejurra, con 260 requetés nuevos que no sabían siquiera cómo cargar un fusil, y los dirige hacia Oyarzun. Al llegar a Oyarzun estaban bombardeando desde el Fuerte de San Marcos. Llega Bustindui se presenta con los Oficiales y presenta a la gente. Se rompe el frente y llegan a San Sebastián, donde a las 24 horas se incorpora como Capitán de su compañía.
Orla de Mártires y cautivos del Fuerte de Guadalupe
El despacho del Capitán Bustindui muestra dos
obras pictóricas de su compañero y amigo, Requeté de la 4ª de Oriamendi, Doctor
Augusto Olalde y Krafft, eminente otorrinolaringólogo"
El Capitán Bustindui rodeado de un importante número de
sus compañeros. Al fondo, con chaqueta blanca, la hija del Capitán.
La Hija de Capitán Bustindui levanta nuestro Trilema Carlista DIOS, PATRIA Y REY en el año 1965 con motivo de la comida que el Capitán Antxon Carreré organizó para ella con Requetés de la 1ª Compañía, compañeros de su Padre.
Los Capitanes Bustindui y Carreré el día del "Corpus Christi". Quien estaba por volver al frente después de su convalecencia por la herida en La Muela de Teruel; atrás de él se puede observar a su amigo el Capitán Antonio Carreré. Aproveché para preguntarle quien era el capitán Laureado que aparece en la lista de los integrantes de su compañía, puesto que me había llamado mucho la atención. Y curiosamente resulto ser el Capitán Adolfo Esteban Ascensión, el mismo que sustituyó a mi abuelo durante su ausencia y que cuando regresó al frente mi abuelo, recuerda que le comentó el Capitán Adolfo que estaba en proceso su condecoración como Laureado. El Capitán Adolfo pasó posteriormente a la sección de ametralladoras y morteros.
Ciudad de Méjico-San Luís Potosí,
21-24 septiembre 2006. El pasado día 21, Miguel Ayuso, jefe de la Secretaría
Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, fue recibido en la Ciudad de
Méjico por el profesor Miguel Navarro, delegado de la Comunión Tradicionalista
en la Nueva España, quien se desplazó a tal efecto desde la ciudad de
Guadalajara en la que vive.
Tras rezar ante la Santísima Virgen de Guadalupe, y de visitar la capilla
original de las apariciones en el cerro del Tepeyac, se trasladaron al zócalo de
la capital, donde hicieron un recorrido que incluyó singularmente la Catedral y
el antiguo Palacio de los Virreyes.
El sábado 23 emprendieron camino a San Luís Potosí, para saludar en su
residencia al Capitán de Requetés don Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana
(de quien los lectores de FARO ya tienen noticia por despachos de 19/20 de julio
y 7 de septiembre), de la 1ª Compañía del Tercio de Oriamendi, guipuzcoano de
San Sebastián, a punto de cumplir 94 años, con lucidez y humor envidiables,
también en excelente forma física, y siempre fiel a la Causa. Don Eduardo
recibió a los visitantes rodeado de su familia, singularmente -ausente por viaje
su hijo Gonzalo- sus hijas Elena y Maite, acompañadas de sus maridos, los
señores Puente y Curiel, y de algunos de sus nietos: Iñigo, Carlos, Aránzazu e
Itziar.
El profesor Ayuso le hizo entrega de la carta que el Duque de Aranjuez le ha
dirigido, que reproducimos con permiso del destinatario:
En Lignières, a 15 de septiembre de 2006
Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores
Sr. Capitán de Requetés D. Eduardo Bustindui Gutiérrez-Solana
San Luis Potosí
Mi querido Capitán Bustindui:
Aprovecho el viaje de mi Jefe-Delegado, el profesor Miguel Ayuso, a la Nueva
España y su disponibilidad para viajar a San Luís Potosí acompañado del
Delegado Regional, para hacerte llegar mi recuerdo más cariñoso y
agradecido. Nuestra Comunión no es una agrupación para disfrutar de algunas
migajas de influencia en la sociedad y ni siquiera un aparato para la
conquista del poder. No. Es la Custodia de la Tradición hispánica. Sin
desconocer los apremios de cada hora, no se deja en cambio aprisionar por
ellos, ya que es intemporal. Las batallas que combatimos son, así, ecos de
la que la Mujer -a cuya estirpe deseamos merecer pertenecer- sostiene con la
Serpiente. Eso hace que los gloriosos requetés de 1936 sigan hoy en primera
línea junto con quienes sólo hemos conocido días menos heroicos y más
tristes. Y todos, idealmente, formamos junto con los veteranos de las
guerras del XIX.
Hoy queremos simbolizar en ti esa continuidad venerable. Y por ello
homenajeamos singularmente al Capitán de Requetés, que a lo largo de toda
nuestra Cruzada tuvo el mando de la 1ª Compañía del Tercio Oriamendi. Que
fue gravemente herido en "La Muela" de Teruel. Y que en una feliz y serena
ancianidad ha conservado en su familia los mismos sentimientos de fe en Dios
y lealtad a la Causa de la Tradición que le hicieron empuñar las armas,
obedeciendo la orden que mi Augusto padre, siguiendo las indicaciones de su
tío el Rey Don Alfonso Carlos, transmitió el 17 de julio de 1936.
Comprenderás, mi querido Capitán Bustindui, que me emocione al recordar tu
peripecia, que es la de tantos otros, todos héroes conocidos, que en nuestra
Comunión Tradicionalista nunca hubo héroes anónimos, pues nadie lo es tal
-como reza la Ordenanza del Requeté- ante Dios Nuestro Señor. Me hubiera
gustado visitarte y rendirte en persona el homenaje que mereces. Ante la
imposibilidad de hacerlo por ahora, permíteme expresarte mis sentimientos
por medio de esta carta.
En unión de ideales,
Sixto Enrique de Borbón
El Capitán Bustindui la agradeció con gran emoción, al tiempo que encargó al profesor Ayuso transmitiera al Abanderado su adhesión y respeto. El jefe delegado, por su parte, dio gracias a Dios por la perseverancia y lucidez de ese viejo combatiente y caballero carlista que es el Capitán Bustindui.
Este fin de semana, tuvimos el honor de tener, en la casa de mi abuelo el Capitán Bustindui, la visita de Don Miguel Ayuso: Secretario Político de Don Sixto Enrique de Borbón; y Miguel Navarro: representante de la Comunión Tradicionalista en México; a quienes copio en esta carta. La pasamos extraordinariamente. Mi abuelo, entusiasmado, compartió sus experiencias con Don Miguel: quien sorprendió a la familia con sus conocimientos de historia y una memoria envidiable en lo que a árboles genealógicos de las casas reales se refiere. En fin, hicimos una gran amistad y no me cansé en decirles que tenían que conocer al gran historiador del Tercio de Oriamendi, puesto que gracias a ti hemos podido recopilar la historia y entablar amistad con demás tradicionalistas.
(Iñigo Puente Bustindui)
El Capitán Bustindui y D. Miguel Ayuso
El Capitán Bustindui, D. Miguel Ayuso y D. Iñigo Puente Bustindui
El Capitán Bustindui, D. Miguel Ayuso y D. Miguel Navarro.
El Capitán Bustindui y La Familia Puente Bustindui
Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita
El Capitán don Eduardo Bustindui con Miguel Navarro Castellanos, delegado de la Comunión Tradicionalista en Méjico, en el momento de la entrega del nombramiento de caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita que le ha hecho llegar SAR Don Sixto Enrique de Borbón.
El Capitán Bustindui muestra sus condecoraciones de Guerra y sus protecciones de Requeté Defensor de la Fe de Cristo: Detente, Crucifijo y Medalla de la Santísima Virgen
Certificado firmado por el Capitán Bustindui a favor del Boina Roja D. Luís Novoa Naval Voluntario en el Tercio de Oriamendi.