LAS BRIGADAS NAVARRA, SU ESPÍRITU

Javier Nagore Yárnoz

 

El Laureado Escudo del Reino de NAVARRA 

Se decía: Las Brigadas, y todo el mundo entendía las Brigadas de Navarra. Esto claro, por que a la zona nacional se refiere. Supongo que nadie dudará  de que se conocía la existencia de las Brigadas Internacionales, pero a éstas se las llamaba, simplemente, "Las Internacionales".

Con estas palabras de D. Rafael García Serrano su "Diccionario para un macuto", uno de los libros más bellos, veraces y bien humorados -escrito sin odio alguno- sobre la Guerra de Liberación  de España, encabezó estas breves evocaciones mías sobre las Brigadas de Navarra, más adelante convertidas en Divisiones. Formé parte -Lo tengo por honra y Gloria- en la 1ª de ellas; una de las que nunca cambió  de número ni denominación. A través de mi experiencia - La mínima de un cabo requeté o boina roja, en una pequeña sección especializada: 1ª Sección de la 4ª Compañía de Tercio de Radios de Campaña, o Tercio de Radio Requeté de Campaña-, adquirida eso si, combatiendo alternativamente, desde 1936 a 1939, en casi todas las Unidades de la Brigada, primero, y, luego, de la División; es decir, desde las Compañías de asalto en los Batallones de Infantería, en la baterías artilleras de piezas de montaña, en las planas mayores de las Medias Brigadas y Agrupaciones, hasta el puesto de mando (el PC) con el Estado Mayor del Jefe de la 1ª, el Teniente Coronel, luego Coronel y General. Don Rafael García-Valiño y Marcén, famoso y glorioso nombre del Ejercito Español.

De esta experiencia, que yo entonces viví junto con mis compañeros de la 1ª de Navarra, quisiera recordar algunos hechos, junto con el espíritu que nos animó en el modo y manera de hacer la guerra; una guerra, como fue la española, para morir en ella, porque cualquier posteridad resultaría indigna.

Recordar, digo, hechos y espíritu de entonces, con la memoria y la pluma (Internet) de ahora. Después de 45 años de Notario, 1944-1989, no puedo menos de pretender "guardar el estilo, claro, puro, preciso sin frases ni termino alguno oscuros ni ambiguos, observando como reglas imprescindibles, la verdad en el concepto, la propiedad en el leguaje y la severidad en la forma" - que así nos recomienda a los Notarios el articulo 148 del reglamento de nuestra Corporación-.

Naturalmente, encuadrado en una de las brigadas Navarras, la 1ª., no podré dar fe sino de hechos y espíritu de ella sola; y aun limitados en el tiempo, pues no cabe olvidar que las brigadas una vez acabada la campaña del Norte pasaron a ser Divisiones. Sin embargo doy por sentado una presentación, casi "iuris et de iure", es decir, que no admite prueba en contrario, de que el espíritu de las demás Brigadas Navarras fue semejante, si no igual, al que yo viví y del que doy testimonio: El espíritu de una Guerra: "a la navarra", ¡por Dios y por España!; un espíritu que impregnó de navarridad - con valores que la navarridad implica, de fe religiosa y valor heroico - a todas las unidades que integraron las brigadas, fueran o no navarros los que en ellas combatieron.

El 19 de julio de 1939 pasará a la historia de la española Navarra como el día más glorioso y heroico de sus trece siglos de existencia. Con palabras de las Cortes de Reino de 1549, Navarra ofreció a la Patria "en defensión de la fe y bien común de la hispanidad, mostrando el ánimo y la fidelidad que el dicho reino tenía". Se ha dicho también que Navarra  anudó en su Alzamiento del 36 los valores máximos de lealtad  y el heroísmo que califican a un pueblo. Y no se trató solamente de valores regionales o nacionales, sino de valores universales, válidos para cualquier pueblo, para cualquier nación, para todo tiempo. Pues, en efecto, la fidelidad heroica a los principios constitutivos del ser de los pueblos y de las naciones, lo será en mayor grado si se basa - como se fundamentó la de Navarra - en defensa de su fe, valor máximo, informador de la vida de las personas, de los pueblos y naciones.

El 13 de Agosto de aquél ardiente verano, escribía el cardenal Gomá, Primado de España, al cardenal Pacelli, Secretario de Estado de Pío XI: "Son muchas las familias (en Navarra) en que no ha quedado varón útil para las armas , que no se haya alistado para la guerra, estando en periodo de recolección de las cosechas. Todos consideran la guerra como una gran guerra santa, y nadie sale al frente sin confesar ni comulgar. Es mi convicción que no se hallaría hoy otro pueblo que se alzara en armas como éste, por puro sentimiento religioso".

 

Requetés Voluntarios Navarros

 Si. este sentido fue el que impulsó a Navarra y a los navarros voluntarios. Navarra intuyó -primera de todas las regiones españolas- que, en el fondo, eran los valores religiosos, espirituales, los que se debatían en la guerra civil. El sentido de la lucha por la recuperación de esos valores, perseguidos y escarnecidos años antes del 1936, calificó como "cruzada" a la guerra española; hecho que objetiva e históricamente no puede negarse; ni entonces ni hoy.

Por estos valores, "Navarra se alzó y cubrió los frentes de combate" como expresaba la leyenda grabada en los muros de la Diputación Foral; leyenda que fue raída por uno de los Gobiernos de la Transición, como si los navarros tuviéramos que avergonzarnos de un hecho tan excelso.

Con estos valores, para defenderlos - vale tanto como decir que con esa defensa Navarra defendía su ser mismo- , los navarros se encuadraron, el mismo día 19 de Julio de 1936, en las "Columnas navarras" que partiendo de Pamplona intervinieron en la liberación de Guipúzcoa. Junto con otras columnas alavesas, que operaron en los sectores desde el Gorbea hasta Arlabán fueron el antecedente de las Brigadas. Si el 19 de julio se engendraron, su cuna fueron los montes de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, en los tiempos del "Parón" frente norte; en ellos las columnas de los primeros meses - Julio del 36 a Enero del 1937- " reposan, se entrenan, se endurecen en la paciencia y crecen".

A comienzos de 1937 cambió el aspecto de la guerra, que también se endureció. La reorganización militar de las tropas nacionales rebasó la primitiva de "Columnas" y se ordenó en Ejércitos, Cuerpos de Ejército y Divisiones de aspecto regular y técnico, con una estructura que, con pocas variaciones, subsistió hasta la Victoria.

En el frente Norte, aquellas primeras columnas de formación arbitraria - compañías casi anárquicas en composición, mandos y vestuario-, en que se mezclaban Requetés, falangistas y soldados de todos las armas y cuerpos del Ejercito (Existió una Bandera de Falange al mando de un comandante de Infantería de Marina), se organizaron en  Brigadas con la denominación "de Navarra". Fueron cuatro en marzo de 1937, comienzo de la ofensiva de Vizcaya; y, más adelante, se sumaron otras dos (Total seis Brigadas Navarras). Todas fueron un instrumento eficacísimo en la liberación de la Zona Norte de España.

Banderas de los Tercios de Montejurra, Doña María de las Nieves, Abárzuza, Del Rey, San Fermín y San Miguel

No he de entrar en la historia circunstanciada y en los avatares de las Brigadas que eran - escribe D. Rafael García-Valiño y Marcén - "pequeñas Divisiones muy ágiles, maniobreras y fácilmente adaptables a toda clase de terrenos, incluido el de alta montaña. la organización de las brigadas Navarras fue un acierto indiscutible. Ligeras y maniobreras, capaces de embeber unidades de refuerzo, aptas para la acción ofensiva y defensiva, y, sobre todo, para moverse en ese terreno áspero, frío y endiabladamente atormentado, fueron la clave del éxito final".

Aunque el número de combatientes en cada Brigada varió bastante (la 1ª tuvo siempre más que cualquiera de las otras cinco, entre 3.500 y 5.000 hombres al comienzo, y cerca de 10/11.000 al final, es decir autenticas Divisiones), todavía fue mayor la variación de su armamento: la artillería, en su mayor parte  del 7,5 y 10,5, entre 7 y 10 baterías por Brigada; las compañías de ametralladoras pesadas y antitanques, así como las baterías del 15,5 y aún de mayor calibre, se les asignaban según necesidades de cada operación en que intervenían. Y en todas existió una sección del Tercio de Requetés de Radioteléfonos de Campaña acompañando a las Unidades de Infantería, transmitiendo y recibiendo ("enlazando") órdenes directas de la brigada, sus Agrupaciones, Artillería y Estado Mayor.

"Elemento esencial en las operaciones de las brigadas de Navarra - escribe Casas de la Vega- y en otras, es llamado Tercio de Radio Requeté de Campaña, una pequeña pero utilísima unidad de transmisiones inalámbricas, que significó  una innovación importante en el decisivo campo del mantenimiento del enlace.

El peso de las Unidades de Voluntarios navarros - requetés y falangistas- con el ánimo y fervor con el que se alzaron el 19 de julio, fue decisivo en el espíritu  de las Brigadas. Hubo entonces, se dijo con toda razón, una generación de navarros, alegre, generosa, esperanzada, que luchó y venció por Dios y por España, por la Tradición y.....porque no había más remedio. Bien es verdad que esas notas generacionales correspondían, en parte mayor, a toda la generación española que luchó en los nacionales y, también a la que luchó, con el espíritu nacional, en la zona roja. (Los hechos son los hechos, y calificativos de "rojos" y "nacionales" se adoptaron entonces con toda naturalidad, en España y en el extranjero; no hubo otros; y ambos ejércitos contendientes se honraron con esos calificativos).

No voy tampoco a especificar aquí el número de unidades y de combatientes de origen navarro en las Brigadas, pero si señalar que una gran mayoría de Tercios de Requetés y Banderas de Falange tuvieron aquél origen y se integraron en las seis Brigadas de Navarra, e infundieron en ellas su espíritu, que me gustaría sontetizar en las notas arriba indicadas, propias de la Navarra de entonces: religiosidad, patriotismo, lealtad, alegría, valor heroico y fe total en la Victoria. En realidad no eran unas simples notas características; eran mucho más que eso: eran virtudes.

El ESPÍRITU RELIGIOSO en los voluntarios navarros era tan estupendo como también, en ellos y en todos los militares, era supuesto el valor. Así en la Ordenanza del Requeté  -que muchos llevábamos como devocionario en el bolsillo de la camisa o en el macuto- al glosar el trilema permanente, "Dios, Patria, Rey, se leen cosas así, además de aquéllo, tantas veces repetido, "Antes Dios nunca serás héroe anónimo":

"Sé siempre católico práctico, con conocimiento claro de lo que Dios desea para servirle, que es el fin esencial".

"Sírvele siempre".

"Tú, soldado de la Tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios".

Y estas creencias, esta fe religiosa, se hacía vida constantemente, se llevaba a la práctica diaria en la guerra, tanto en los descansos como en los combates. ¡Cuántas veces se cita la frase de Indalecio Prieto sobre la peligrosidad de un Requetés recen confesado, sin explicar aquella peligrosidad  - aquel valor ante el enemigo - derivaba, precisamente, de la convicción religiosa, de la creencia firmisima de que - como expresaba en mi sección de la 1ª de Navarra D. Eliso Echevarria, mutilado en Oyarzun, y, sin embargo, combatiente hasta el final de la guerra-: "Bien confesadico y comulgadico, ¡¡al cielo!!". Y no era un vano alarde. terminada la guerra. Eliso se volvió a Arroniz, a sus labranzas mal continuadas por su mutilación. Pasados muy pocos años, gravemente enfermo, ingresó en el hospital de Pamplona. Unos días antes de morir me dijo: "¡Nagorico!, aquéllo de la guerra a mí me hizo mucho bien y muero contento".

Yo recuerdo - los escribí en mi libro " En la 1ª de Navarra" - Aquel villancico de unos falangistas de Valtierra en la 1ª de bandera de F.E. prodigio de ternura y cariño al Niño- Dios.

"En probe pesebre

tendidico está;

¡el probe muetico

cómo llorará!

Muy fría es la nieve

que cayendo está:

¡Ay el probetico,

que frío tendrá!"

Este sentido religioso, de cruzada, admitido entonces por todos en todas partes de la zona nacional, y reconocido por cuantos "no estaban cerrados a los valores de la religión y del espíritu", en palabras de Pio XII, siguió siendo válido muchos años después. En alguna otra ocasión he recordado que, terminada la guerra, hice un viaje junto con un compañero combatiente conmigo en la misma unidad de la 1ª de Navarra, desde Pamplona hasta Roma. Fue una "romería" de acción de gracias, que hicimos andando desde la Plaza del Castillo hasta la Plaza de San Pedro. El Santo Padre, el mismo Pío XII, nos recibió a Francisco Díaz de Cerio - éste era el amigo- y  a mi en audiencia especial, privada. Nos preguntó de donde éramos. Al contestarle que "navarros y españoles" exclamó: ¡Ah navarros, requetés, cruzados!.

Después de la Fe, la Patria. En la Ordenanza del Requeté se expresaba:

"Tu Patría es tu Nación; tu nación, España".

"España, única e indivisible en su rica variedad regional".

"Ten presente que el más puro de los amores, después de Dios, es el de la Patria".  

Si, esta era la virtud de la piedad, la que inclina a servir, aun antes que a los padres a la Patria. En ese patriotismo se fundamentó también el espíritu de los combatientes de las Brigadas navarras.

"Gora Jainko maite maitea

zaguen denon jabe.

Gora España ta Euskalerria

ta bidezco erregue"

"Arriba - o Viva- , Dios amado, Señor de todos. "Viva  - o arriba- España y la Euskalerria y el Rey de las dos".

Esta era la primera letra adoptada, en vascuence, de la primera estrofa del "Oriamendi" de los Tercios de Requetés. Los Tercios vascongados (Zumalacárregui, San Ignacio de Loyola) y Vizcainos (Begoña, Ortiz de Zárate) lo cantaban así. Esa exaltación de España, ese amor confesado a la Patria española, se llevó por las Brigadas de Navarra al combate y al triunfo, a la vida y a la muerte; a la guerra y a la paz; y, con la paz, a las poblaciones liberadas, desde Irún a Gijón.

¿Como no traer aquí a la memoria al Alférez de requetés del Tercio de Montejurra, Martín Mendiola? herido en Sebigain -una granada del 10.5 le arrancó de cuajo una pierna-, tendido en la camilla le decía a García Valiño con su prosa barranquesa de Echarri-Aranaz: "Pierna fuera, mi Teniente Coronel, pierna fuera; pero...¡las dos daría yo por España!". Y a tantos combatientes de las Brigadas que cayeron con el viva España en la boca, ¿cómo no recordarlos, como los recordará la Historia y los recordamos los compañeros de combate?.

Y luego Lealtad. Lealtad  los principios e ideales; lealtad a los mandos, cumpliendo sin desánimo las órdenes recibidas de los Jefes: García Valiño, de la 1ª, Cayuela, de la 2ª; Latorre, de la 3ª; Alonso Vega, de la 4ª; Juan Bautista Sánchez, de la 5ª; Bartomeu, de la 6ª; y a los inmediatos de otros inolvidables mandos en los que he de recordar, en la 1ª de Navarra, los nombres gloriosos - todos con la Medalla Militar Individual- de Tejero, Vicario, Pérez Salas,  Tutor, Gual, Vara del Rey, Villanova; a todos se les obedeció con una lealtad  "a la navarra". "Si m'hai comprometido, hai de estar hasta el final", le decía José Lerga, del Tercio de Lácar, a su Comandante, y hasta el final estuvo, pues murió en la toma de Urcarregui, cerca de Marquina, el 24 de Abril de 1937. Trasladado al Hospital de Azcoitia, al pretender la Hermana enfermera quitarle la camisa, empapada en sangre, le dijo: "No me la quite Hermana, que hai de presentarme ante Dios con la camisa y la boina roja de Requeté". Y esto es más que Lealtad, esto se llama fidelidad. Pues si la lealtad es la veracidad en la conducta, la fidelidad es la lealtad hasta la muerte.

 

Otra nota, tal vez la más acusada  y característica en las Brigadas fue la Alegría de sus soldados; nota de una juventud sana, religiosamente sana, y, por ello, con gran capacidad de sacrificio. Pues es muy cierto, como acostumbraba a decir durante su vida el siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer que "la alegría tienen sus raíces en forma de cruz". Pienso yo ahora que entonces intuíamos tan estupenda verdad cristiana.

En consecuencia, las canciones estaban presentes en casi todo momento y circunstancia. En una parodia de la canción de las Brigadas, compuesta por el Capitán Sergio Senador, de la Agrupación del Teniente Coronel Gual, se podía decir con exactitud:

"Adelante las Brigadas de Navarra

Avanzando y cantando siempre van.

La Primera, como siempre, la primera

que las otras ya le seguirán".

¡Himnos!, jotas, guajiras colombianas, cantos de amor y de guerra en la guerra, ¡como rebrotáis en la memoria de cuantos formamos en las Brigadas de Navarra!.

Si, la alegría se daba también en el sufrimiento: en los heridos y en los mutilados. José María Pemán  contemplo una fase de los durísimos combates de las Brigadas de Navarra en la toma del Puerto de Mazuco, en Asturias. De esta ocasión nacieron exámetros en loor de los soldados de Navarra, que nutrieron y dieron espíritu a aquéllas; y en las unidades en que formaron, la nota más característica era la alegría.

Yo los ví en las camillas, alegres, tendidos,

rayas de sangre en la Historia, que dicen: Capítulo Nuevo.

Yo los ví con la risa en los labios burlar sus dolores,

y empinando el muñón de su brazo partido, en la aldea.

decirle a la moza florida: "¡Te abrazo en el aire!"

Del valor heroico de las Brigadas de Navarra se escribió mucho. Fue un valor reconocido por nacionales y rojos. Virtud sobresaliente, la valentía -también la física- es el resguardo de otras muchas virtudes. Todos admiramos al héroe. A todos nos embarga la emoción de los grande cuando vemos que se enfrenta con el peligro de muerte sin titubear. La virtud del  valor llevado al heroísmo, la virtud de la fortaleza de ánimo, permite al hombre vencer las dificultades que halla en su empeño por conseguir el bién; bien que en nuestra guerra era la victoria. Por conseguirla se arrostraba la muerte. En la cruzada española, en el espíritu de las Brigadas navarras, se estaba dispuesto a morir por la  consecución de un bien moral: por la fe, por España. Por lo tanto, los hombres que se hallaban dispuestos a morir por Dios y por España, eran capaces - fueron capaces- de arrostrar casi todo: incluidos fortuna y libertad.

Esta generosidad se extendía a las familias navarras que tenían sus hombres en los frentes. Se conoce poco el tributo que Navarra dio a la cruzada. No solamente en sangre de sus Hijos sino en las fortunas - casi siempre modestas- de las familias. Y, en muchas ocasiones, también el heroísmo estaba presidiendo estas entregas.

Hace algún tiempo llegó a mis manos una copia de un Acta notarial de presencia, levantada por el que fue Notario de Pamplona Don Joaquín Enrique Pérez Real con fecha 29 de abril de 1971. Los objetos inventariados en dicha acta notarial fueron entregados por el Excmo. Sr. Don Fernando Pérez de Sevilla y Ayala al Sr. Delegado de Hacienda de Navarra Don Ovidio Tarragona, que "previa comprobación de su efectividad real, los recibe para el patrimonio del Estado". Todos estos objetos inventariados - monedas de oro de gran valor, antiguas y modernas; alhajas, pulseras, anillos, broches de brillantes, de un importe entonces ya superior a los cien millones de pesetas-, respondían a los depósitos de familias de la zona alta de la Montaña navarra; Valles de la Borunda, la Barranca, Salazar, y Roncal, principalmente. En muchas de las entregas  - que se hicieron-  "en concepto de donativos para el Ejercito de España durante la Guerra de Liberación" - se hace constar otro motivo más íntimo: "En memoria de nuestro hijo (hermano, padre, novio, marido)...muerto en el frente "Por Dios y por España".

Se anudan así la generosidad y el valor del frente y la retaguardia. Esas cualidades motivaron a su vez, la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando para Navarra: la mas alta recompensa al valor  militar que muchos navarros seguimos ostentando con orgullo, aunque, con inexplicable ceguera, en aras de una reconciliación no pretendida, los políticos la quitaron del escudo del viejo Reino navarro.

En cuanto a las recompensas a las Unidades de las Brigadas, puede decirse que apenas hubo alguna que no ostentara la Medalla Militar colectiva en sus banderas.

Si,  este heroísmo brilló en las Brigadas navarras. Con la ironía del intelectual, escribió Santo Tomás que "el heroísmo consiste tan sólo, en acometer el bien con audacia y valentía, alegres; y resistir el mal y la dificultad con paciencia y perseverancia, sin tristeza". Pues bien, todos los relatos sobre las Brigadas, sobre sus Batallones, Tercios y Banderas se impregnan de un heroísmo así. En el Prologo a un emocionante libro de José María San Juan Gil, yo recordé unos versos de Casas de la Vega que traigo aquí de nuevo a la memoria. Con emoción poética sintetizan un espíritu que, entonces, llevamos a los frentes, en las montañas y a los campos, a las trincheras y a los avances:

Éramos como antorchas

calentando los vientos

como hogueras andantes

derritiendo los hielos.

Nadie pudo pararnos.

La aliagas rasgaban nuestros cuerpos

pero no las notamos.

Bajamos a zancadas sin aliento,

porque, allá abajo estaba

el fin de nuestro esfuerzo,

el principio esperado

durante tanto tiempo

de una nueva andadura,

de un derrotero nuevo.

Éramos sacrificio que se impone

dolor y sufrimiento".

Y, como dijo el mismo José María San Juan, Alférez que fue del Tercio de Lacar en la 1ª de Navarra: "Jamás se pierde el dolor, nunca será inútil el sufrimiento".

Como la última nota característica del "espíritu" de las Brigadas de Navarra señalo la de una fe total en la Victoria.

Suele decirse  que "lo que no se sabe no se hecha de menos" pero creo que este aforismo nunca fue verdadero para nosotros, soldados de las Brigadas navarras. Nada supimos entonces de lo cerca que estuvimos, en muchas circunstancias a lo largo de los tres años de guerra, de no ganarla. Sin embargo, nuestra fe firmísima en la victoria última - hubo finales parciales, tales como la desaparición del frente Norte, el "corte" al mar, y la liberación de Cataluña- hizo que, en toda ocasión, la tuviéramos presente ante nosotros. Parecía también que era la Victoria la que nos echaba de menos.

Nunca dudamos de ganar la guerra; sobre todo - desde el punto de vista de los combatientes en las brigadas navarras- después del hundimiento del frente de Vizcaya - Santander - Asturias; del final del Norte.

Más adelante - transformadas las Brigadas en Divisiones, dando lugar a que desaparecieran aquellas "operaciones en familia", que así operaban las Brigadas-, el espíritu de victoria se transfundió a todo el Ejército nacional. Ni siquiera nos importaban, durante la Batalla del Ebro, los conflictos que parecían inmediatos, de Hitler y Mussolini con Polonia , Francia e Inglaterra.

La Guerra mundial pudo estallar en cualquier momento. "Uno de los motivos de la ofensiva roja en el Ebro fue, precisamente ese; que una Guerra internacional secara las castañas del fuego a los rojos, Más si nosotros, combatientes de una cruzada contra el marxismo, estábamos seguros de ganarla - y los estábamos todos, también los Generales-, ¿de qué íbamos a preocuparnos por una cuestión por una cuestión de fronteras extranjeras, o de regímenes totalitarios o democráticos? Nosotros luchábamos por Dios y por España. ¡Allá ellos los extranjeros!.

 

Esto que en la Batalla del Ebro alcanzó el punto culminante, lo presentimos en el Norte. La Victoria sería nuestra, de las Brigadas de Navarra. En el Norte el enemigo fue tenaz y valiente; y con muchos voluntarios, como nosotros, con fe e ideales, auque éstos fueron contrarios a los nuestros.

La Guerra, en aquel escenario norteño, fue un también, según creo, le del mayor derroche de virtudes militares, ofensivas y defensivas, para las Brigadas navarras.

"Aquella lucha -dice Lojendio-  respondía al tipo romántico y heroico modo de guerrear que por antonomasia puede llamarse "del requeté" navarro, que ya se había empleado en la lucha sobre las montañas vascas cuando en marchas inverosímiles escalábamos los montes ocultos entre matas de carrascas y de argomas, protegidos por la niebla baja que descendía por el flanco de las montañas.

Guerra así, tan distinta del avance monótono de las tierras llanas, bajo un cielo despejado, requiere del soldado una mayor y más tensa moral. El enemigo se torna invisible, y los objetivos de la jornada se ocultan en lo alto, entre nubes y jirones de niebla que envuelven la cima de la montaña. Es la guerra que exige del soldado que ponga  su servicio su máxima intuición de luchador, su personal iniciativa, su alto espíritu de marcha y sacrifico. Pero es, al mismo tiempo, la guerra más bella. No solo la belleza en la proporción y en el ritmo de la maniobra, sino manifestada en todos los momentos y detalles del diario guerrear. La lucha que, además de vencer a un enemigo, vence el obstáculo de la naturaleza".

Con la perspectiva de los años -  a los 53 de aquélla compaña de liberación del Norte de España- creo ¡repito! que en ella el espíritu  que informó a las Brigadas de Navarra se trasfundió después ´- disueltas las Brigadas, o, mejor, transformadas en Divisiones - a casi todo el Ejercito nacional. Unidades que formaron en las Brigadas llevaron su savia a todas partes. Entonces, en el Norte, luego en todos los frentes, se siguieron cantando, con la música de "Adelita", las sucesivas estrofas del Capitán Senador. Después de la primera estrofa en que, como recordamos, todas las Brigadas "avanzando y cantando" seguían a la 1ª., continuaban así las demás:

"La 4ª de Camilo no es camelo

la 2ª y 3ª ¿donde están?;

la 6ª que nos llega de relevo;

y la 5ª. que no lo hace mal".

Formadas todas - las seis- en la historia y en el recuerdo; con su fe en Dios y en España; con su coraje y valor heroicos; con la alegría sacrificada de sus soldados; con aquel espíritu de la Navarra de entonces -¡Aquélla Esparta de Cristo! -, espíritu con el que alcanzaron el triunfo, quédense aquí las Brigadas de Navarra.

Pasados 50 años de la victoria del Ejercito Nacional, las Brigadas - diría García Serrano- siguen teniendo una inconfundible vigencia, también en el leguaje. "Las Brigadas" siguen siendo "Las Brigadas de Navarra", y, por como Navarra misma entonces, primeras en el deber y en el sacrificio por España.

Javier Nagore Yárnoz

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